Pateando el juguetero

Una mirada hacia la eternamente polémica “Avengers Disassembled”.

Entre 2004 y 2013, la editorial Marvel Comics dio un salto de fe y le encomendó al autor independiente Brian Michael Bendis el revitalizar a una franquicia venida a menos. Bajo su pluma, el comic de Avengers cruzó un periplo de gran riesgo y controversia, con historias repletas de momentos tanto memorables, emocionantes e infames, que catapultaron tanto al autor, el propio comic y a la publicadora a un cénit narrativo y de ventas sin precedentes, creando relatos definitivos para toda una generación de lectores. La siguiente es una amplia retrospectiva a uno de mejores comics comerciales dentro del siglo XXI.

“…at the time, it was just, “Who the fuck is this guy, and why is he blowing up my toys?” Like someone came into your playroom and just knocked everything over, and you’re like, “Well, that’s not funny. You’re an asshole.”
— Brian Michael Bendis.

Surgida de una reunión a nivel editorial de proporciones épicas (y que ahondaremos en ella cuando hablemos sobre el comic de New Avengers), la “Era Bendis” con los Vengadores de Marvel Comics supuso en principio de cuentas el derrumbar (literalmente) varios paradigmas establecidos dentro del título, y confiar en que este ejercicio de shock value y efectiva tragedia fuese aceptado por una audiencia poco acostumbrada a cambios tan radicales para un comic dentro del género clásico de superhéroes.

AVDlogo

Bendis llega a los Avengers dentro de un período fértil para sacudir a sus cimientos: estaba claro que el título atravesaba por su peor momento desde la salida del exitoso autor Kurt Busiek en el 2002, y quien en sólo 4 años había dejado un cúmulo de historias tanto emocionantes como memorables para los lectores. Geoff Johns – en un brevísimo período en Marvel – había pasado sin pena ni gloria, y Chuck Austen continuaba con su mal augurio en su regreso a los comics, con terribles etapas tanto en X-Men como en Avengers que forzaron su turbulenta salida de la industria y tras sufrir la crítica encarnizada de los fans a lo largo y ancho de los medios electrónicos de la época.

Esta influencia de la comunidad online en la aceptación o repudio sobre los comics impresos es un punto importante y que nos viene bien al hablar de una etapa tan destacada como la de Bendis: en el período entre 1997 a 1999, el mundo del comic encuentra en el Internet una plataforma de expresión permanente. En ese tiempo tanto Marvel como DC Comics lanzaban por vez primera sus páginas web oficiales, se descontinuaban las secciones de cartas impresas de los fans y Google aparecía en la supercarretera de la información, convirtiéndose en el motor de búsqueda predilecto.

Avengers #500—Es el día más negro en la historia de los Vengadores: Una fuerza maligna parece llevar a cabo un plan perfecto para deshacerse de ellos, y para su mala fortuna todo parece indicar que el enemigo está más cerca de lo que piensan.

De igual forma surgieron los foros de discusión tales como ComicBoards.com y el extinto Delphi.com, que reemplazaban a los célebres Usenet y rec.arts.comics, así como recursos noticiosos sobre la industria como ComicBookResources.com, Newsarama.com y ComicsContinuum.com, que tomaban la estafeta dejada por publicaciones impresas tales como The Comics Journal y Wizard. Los fans encontraban en ese entonces un pequeño rincón para manifestar su aprecio hacia el hobby que tantas satisfacciones y frustraciones nos ofrecen cada vez que tenemos historietas-comics-tebeos-cuadrinhos-bande dessinée en nuestras manos.

Las grandes casas editoras nunca lo han admitido, pero lo cierto es que el Internet es el canal fundamental de comunicación entre los profesionales del medio, sus clientes (léase las tiendas de comics) y nosotros como fans. Es el barómetro que mide las tendencias, las discusiones y los temas más importantes; qué está en boga, qué es lo que vende, qué es lo mejor y qué es lo peor que hay en esta industria a cuatro colores. Sin una herramienta como esta sin duda alguna la burbuja que representa a este mercado sería más y más pequeña.

Bajo un alias y escondido en el anonimato (ya sea desde su casa o en un cibercafé), el fan de comics socializa virtualmente, vocifera, exclama, decanta, declama, comparte, integra, insulta y agrede, siendo las aplicaciones de chat, webcams y los message boards los instrumentos característicos y que persisten en nuestro presente, mucho antes de que la tecnología madurara y existiesen recursos electrónicos tales como blogs y social media para generar opinión instantánea a la par de contenidos, y mucho menos la conjugación de un léxico o una jerga para definir términos comunes tales como memes o trolling, que existían pero sin una definición establecida oficialmente.

Avengers #501—Los Vengadores no tendrán tiempo para honrar a sus compañeros caídos. El caos se apoderará de sus vidas, por lo que el grito de batalla tendrá que oírse nuevamente.

Este contexto es importante para ubicar a Avengers Disassembled y su lugar en el canon de las historias definitivas en el Marvel Comics contemporáneo. Hasta el día de hoy, esta saga – la cual marca el debut de Bendis como autor dentro de esta publicación – sigue causando polémica, pero es gracias al Internet que ha alcanzado (incluso en la actualidad) un furor inusitado al ser el blanco de incesantes críticas y muy, muy pocos elogios. No cabe duda que la auténtica explosión del fanboy se da aquí, donde se define su actitud y beligerancia exacerbada para expresar su (muy acalorada) opinión.

Una auténtica labor de antropología es necesaria para diseccionar al fanático de los comics de hueso colorado, el de la “vieja guardia”, el que conoce la historia de sus personajes y sus aventuras al dedillo, el que mes a mes y año tras año amasa una cantidad importante de información producto de leer constantemente cada entrega publicada por sus editoriales favoritas dentro del mainstream, y la propia evolución del mercado nos da la oportunidad de ver patrones comunes para ahondar en este análisis.

El superhero fan trabaja sobre una zona de confort, seguro de que el bien triunfará contra el mal, y que la constante “ilusión del cambio” le da licencia para disfrutar de un sentido melodrama y situaciones fuera de la norma, pero convencido de que sus personajes favoritos prevalecerán y serán regresados al juguetero sin rasguño.

Transgredir esas reglas es impensable. Imperdonable. Un sacrilegio. Y ni se diga anular eventos labrados en piedra (“¡retconear! reza el slang comiquero). Imposible.

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ENTER: AVENGERS DISASSEMBLED

A título personal, los cambios sísmicos que trajo Avengers Disassembled – publicada originalmente entre Agosto del año 2004 a Enero de 2005, a la par de la también polémica Secret War del propio Bendis, y que hablaremos de ella en otro momento – me parecieron curiosos, interesantes, sorpresivos y algo realmente diferente a lo que había leído con anterioridad. La diferencia recae en que yo era un aficionado a los Avengers y un FANÁTICO de los X-Men. Si este cataclísmico cisma le hubiese ocurrido a los ‘Hijos del Átomo’ en ese momento, mi opinión sin lugar a dudas hubiese sido completa y radicalmente diferente.

Avengers #502—Scarlet Witch. Hawkeye. Yellowjacket. Wasp. Uno de estos Avengers morirá, y no habrá nada que se pueda (o puedas) hacer.

Mi primer contacto con el comic de Avengers y su amplio reparto de personajes fue al leer la serie limitada de nombre Avengers Forever, publicada entre 1998 y 1999 bajo la pluma de Kurt Busiek y Roger Stern, y con arte del dueto ibérico de Carlos Pacheco y Jesús Meriño. Una historia realmente sensacional y que hasta estos días sigue siendo el comic definitivo dentro de esta franquicia. Un paseo por memory lane que, convenientemente, narra la historia del grupo de los Vengadores en su totalidad, cubriendo aspectos de su rica historia desde un punto de vista muy especial, en una aventura entre matices personales y conspiraciones de repercusiones cósmicas.

A pesar de no conocer todo este bagaje quedé atrapado por ella, aunque en el fondo es una carta de amor de fans para fans. No se puede pedir una mejor introducción para un lector a este mundo de ficción tan singular.

Y es precisamente de la mitología surgida en Avengers que encontré la que sería mi serie favorita: Thunderbolts, un título el cual marcó como premisa inicial (desde el lejano 1997) a un mundo sacudido por la pérdida de los Avengers. Los nuevos héroes que surgen para reemplazarlos eran nada menos que los Masters of Evil, villanos con un largo historial en el “Universo Marvel” y archirrivales de los Vengadores.

A diferencia de Avengers, el comic de Thunderbolts siempre sufrió cambios y sacudidas de importancia, la cual se puede decir es su tradición más significativa, manteniéndose vigente en una industria del comic que también ha tenido que adaptarse a los cambios y tendencias constantemente.

Es esa naturaleza imperturbable en el comic de Avengers la que hace más notoria la sacudida y la espiral de controversia que trae consigo Disassembled, y el hecho de no tener un vínculo emocional con este comic es lo que me permite disfrutar de sus instantes y analizarla.

Bajo el apropiado subtítulo de “Chaos”, esta narrativa de cuatro partes quisiera ser borrada de los anales por muchos lectores, ya que es la historia que desbanda al grupo, que elimina a héroes queridos por generaciones enteras, y en donde uno de los propios Vengadores guarda secretos impensables que ponen de cabeza las vidas de estos personajes.

Avengers #503—El causante del dilema que enfrentan los Vengadores sale a la luz, y las consecuencias serán de proporciones inesperadas.

Un incisivo y fulminante guión de Bendis, aunado a devastadoras imágenes conjuradas por el dibujante David Finch – con nutridas tintas saturadas en negro de Danny Miki y ambientes lúgubres del colorista Frank D’Armata – nos presenta en forma vívida lo que es el peor momento en la historia de los Vengadores.

Debido a esto y en diversas ocasiones, Bendis tuvo que justificarse con el fandom: que el escribir Avengers fue un sueño hecho realidad, que sus ideas para revitalizar a este título fueron con la mejor de las intenciones y que el escribirlo representó un momento muy importante en su vida, y que ha sido un lector asiduo de los Vengadores durante décadas. Sin embargo, esos intentos honestos por suscribirse entre los seguidores de estos personajes nunca mitigó el encono con el que se manifestó la base de fanáticos incondicionales, siendo verdaderamente enfáticos en su reclamo, incluso llegando a las amenazas de muerte, obligando al autor a denunciar este hecho a las autoridades como medida precautoria:

“Why would I spend my every waking thought working on this book if I didn’t like it? I love it!! I don’t like the Avengers and this is how I’m showing it? What?”

Estos desplantes incendiarios de unos cuantos, más que llegar a terrenos preocupantes, dictaron los indicios de una conducta que se volvería la tónica dominante en lo que se refiere al mercado que mes a mes consume a los comics de Marvel: no importa cuánto desprecio, hate mail infinito o acalorados ataques directos existan sobre el título, la audiencia estaba absorta, cautiva y más que nada dispuesta a seguir comprando cada entrega con el fin de saber qué les pasará a estos héroes enmascarados.

Avengers (y todas las series complementarios surgidas tras Disassembled) jamás abandonaron el Top Ten dentro del escalafón de ventas, dando inicio a la dominación absoluta de Marvel Comics sobre su competencia, y que le dio la oportunidad de dirigir sus esfuerzos por hacer de los Avengers el punto de partida para generar eventos y situaciones propicias para explotar al máximo su propiedad intelectual en diversos espacios multimedia.

Al fanboy le gusta sufrir, e invierte grandes cantidades de dinero para seguir sufriendo. Su blanco favorito era sin duda el analizar todo aquello que Bendis modificaba en la continuidad oficial con el fin de darle a su historia un look & feel diferente y sin ataduras impuestas tiempo atrás. El afamado autor Grant Morrison llamó a este esfuerzo consciente como “súper consistencia”, que no es más que el tomar los aspectos fundamentales de cualquier personaje para rescatar aquello que lo hace interesante, y rodearlo de situaciones tanto concretas, finitas y excepcionales, a medida que se reinterpreta y adapta su bagaje previo con el fin de presentar conceptos e ideas – las cuales funcionaron en el pasado – de una forma novedosa y actualizada para la audiencia de un nuevo siglo que ante todo busca experiencias inmediatas y auto contenidas. Cada minucia, cada licencia creativa que Bendis se tomaba en Avengers para hacer de su obra algo más personal, era sujeto a juicios quisquillosos y a la condena inmediata.

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LA MAGIA DEL CAOS, ¿UN MITO?

El primer ejemplo de esta continuidad retroactiva la podemos apreciar en esta misma saga de Disassembled. Y es que Bendis a lo largo de su tenor en este título mete auténticas sancadillas a los fans, que guardan con recelo la integridad de la leyenda de los Vengadores, tanto en su historia como en la personalidad y rasgos tradicionales de sus miembros.

El evento que da pie a Avengers Disassembled es el colapso nervioso sufrido por Wanda Maximoff, la Avenger conocida como Scarlet Witch, quien descubre tiempo atrás que los hijos que tuvo con el héroe Vision jamás existieron. Esta sorpresa pone fuera de control a sus poderes para alterar la realidad (su “magia del caos”), por lo que empieza a conjurar una paulatina pero mortífera venganza contra sus compañeros que le ocultaron la verdad.

“Having Wanda suddenly go crazy feels much more artificial to me. However, if you can show that she’s been quietly bent for some time, using evidence that is right under the reader’s nose and hasn’t really been touched on, then you convey to the reader the same shock and surprise that the characters feel.”
— Tom Brevoort, Editor Ejecutivo de Marvel Comics.

En este sentido, Bendis utiliza a un personaje clásico como el místico Dr. Strange para comunicarle a los Avengers que la ‘Magia del Caos’, término conocido y aceptado para describir los poderes mutantes de Scarlet Witch, no existe. Con respecto a la narrativa, esta revelación deja a los personajes bajo un velo de dudas ante lo que les está ocurriendo. En ediciones previas en el comic de Avengers se había asentado claramente que Scarlet Witch podía manipular este tipo de “magia”.

“What Doctor Strange is saying is that the stuff of magic isn’t inherently good or bad, that it’s all a product of who wields it, and to what purpose. So Wanda is hiding her psychosis by referring to what she’s using as chaos magic to conceal the fact that it’s the person, not the magic that is trapped in a state of chaos. We’ve seen this sort of thing referred to before, most notably in John Byrne’s West Coast Avengers run.”
— Tom Brevoort.

De igual forma, se altera retroactivamente el hecho de que Wanda ya había lidiado anteriormente con el conocimiento de que sus hijos eran “construcciones mágicas”, y que nunca los había concebido físicamente.

“Wanda left weaknesses that could easily be exploited if the right events took place—which they did. We don’t know how long Wanda had been screwing around with stuff. She clearly had something like a multiple personality disorder with her kids, who were representing different voices in her head.”
— Bendis.

Es en este arrebato de rencor donde se revela que la mentora de Wanda, la hechicera Agatha Harkness, nunca estuvo viva a pesar de haber aparecido en diversos comics con ella y los Vengadores – esto en una brevísima pero poderosa y confusa secuencia en Avengers #504.

“Agatha Harkness died in VISION & SCARLET WITCH #3. She came back with no explanation in John Byrne’s West Coast Avengers—but what we’re revealing now is that this wasn’t the true Agatha at all, but simply a tangible manifestation of Wanda’s psychosis, who’s been walking around in the Marvel Universe for years. Wanda’s knowledge of her kids was restored by Agatha—who was herself just a manifestation of her own psychosis. In other words, she’s been at odds with reality for some time, unbeknownst to everybody else.”
— Tom Brevoort.

Es decir, en ojos de los fanboys, la trama que da forma al debut de Bendis se sostiene con alfileres. No hay manera de que todo esto pueda ser posible sin anular o contradecir a su conveniencia lo anteriormente publicado. Para el fan de comics de superhéroes, el hecho de decirle que los comics que ha leído y atesorado “no cuentan” es motivo para desatar su furia, una actitud o conducta que hemos condenado como de las más nocivas y que forman parte de ese círculo vicioso que no permite captar a una audiencia nueva a los comics.

Lo raro del caso es que el propio Dr. Strange, en New Avengers #26 (y escrito por Bendis), vuelve a referirse a la ‘Magia del Caos’ como si realmente existiera, cuando le explica a Hawkeye sobre el colapso de Scarlet Witch:

Sin embargo, cinco años después y en Mighty Avengers #23 (Marzo de 2009), el guionista Dan Slott concilia esta discrepancia de una forma interesante, usando al personaje místico Chton, quien clama ante los Vengadores lo siguiente:

“I REALLY enjoy both Kurt and Brian’s Avengers work. In my opening Mighty Avengers arc, I really wanted to use CHTHON as the big threat that’d bring my team together. And it was hard to reconcile HOW that character would work if Chaos Magic DIDN’T exist. The solution we had there was a way for BOTH Kurt’s stories AND Brian’s stories could work in tandem. It wasn’t invalidating either, it was finding a twist to make them BOTH count.”
— Dan Slott.

Es así como somos bienvenidos a la era del Internet en los comics, en donde la opinión de unos cuantos obliga a los profesionales del medio a JUSTIFICAR, a EXPLICAR lo que en principio de cuentas es narrativa autocontenida, LIBRE, que no se adhiere a los comics que leyó tu padre o el padre de tu padre, y que realmente deberías confinar en el pasado.

Sin duda alguna todo un tema aparte, y que nos habla de este vínculo irrompible entre el lector de comics y el Internet como válvula de escape y fuerza motriz sobre la que se someten las editoriales para generar publicidad y hype, así como también para captar adeptos y mantener contenta a la base del mercado que asegura todavía su existencia, y que lamentablemente la mantiene maniatada como una subcultura insular, perniciosa, una reliquia en vías de extinción y que no deja crecer al noveno arte.

Sin embargo, Marvel se ha vuelto experto en jugar este juego de supuesta “víctima” con tal de obtener el mayor beneficio posible de estas controversias. Mala publicidad es publicidad al fin y eventualmente esta relación de amor-odio con nuestros creadores favoritos y no favoritos se ha vuelto el pan de cada día, donde aparentemente los guionistas del comic crean historias – ya sea involuntariamente o de manera intencional – en donde se “desquitan” o “fastidian” a los fans y a sus actitudes infantiles, sólo para llevarlos de un iracundo viacrucis a una confortable zona de seguridad. Este juego de “patear el juguetero” resulta ser entretenido, aunque nos demuestra nuevamente esta famosa “ilusión del cambio” que rodea al género de superhéroes.

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LEERLO TODO Y COMPRARLO TODO

Otra de las peculiaridades de Avengers Disassembled fue que hizo crossover con otros títulos de Marvel. Series como Amazing Spider-Man, Iron Man, Fantastic Four y Thor mostraron en sus páginas ya sea a detalle o en forma breve las consecuencias de la ruptura de los Vengadores. En este aspecto, la serie de Thor que acompañó a Avengers Disassembled es bastante recomendable, y a título personal es una de las mejores en la historia de este personaje (Thor #80-85, escrita por Daniel Berman y Michael Avon Oeming, con arte de Andrea Di Vito), ya que narra la última aventura del famoso “Dios del Trueno”, emprendiendo una odisea por el reino mítico de Asgard, el cual está sufriendo su juicio final, el llamado “Ragnarok” o el ocaso de los Dioses. Desde un sentido holístico se recorren a los momentos clásicos, se revelan secretos sorpresivos, se le otorga un giro inusitado a toda la mitología de Thor en los comics – siendo esto un guiño tanto visual como temático a la entonces reciente película de The Matrix Reloaded – dando como resultado la muerte de este héroe y su ausencia durante casi un lustro en las publicaciones de esta casa editora.

Esto marca un auténtico punto de quiebre, ya que en ese entonces la idea de un “magno evento” que tocara a todos los extremos del calendario editorial era un tópico que parecía desatendido o poco abordado desde hace tiempo tanto por Marvel (viene a la mente Heroes Reborn en 1996) como DC (Joker’s Last Laugh en 2001-02). Coincidentemente, DC publica una miniserie de alto impacto a la par de Disassembled: “Identity Crisis” (por Brad Meltzer en Junio – Diciembre 2004), que también presume cambios drásticos y secretos no revelados por personajes entrañables para el público.

Así, surge en Marvel la oportunidad de afectar el mercado a su favor con sucesos de amplio alcance y repercusiones que afecten a diversos miembros de su catálogo, dando por sentado una máxima saturación de series nuevas, tie-ins y spinoffs bajo la excusa de una “cohesividad” que en la mayoría de las ocasiones era solamente aparente, pero que ahora se ponía de manifiesto completamente. El resurgimiento del nocivo coleccionismo y el complejo del “completismo” del fan empedernido era latente, no importando que esos comics complementarios a la trama principal agregaran o no valor alguno.

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Y LUEGO LLEGARON LAS MUERTES

“ONE OF THESE AVENGERS WILL DIE!”, reza la portada de Avengers #503, mostrando a las víctimas potenciales: Yellowjacket, Wasp, Scarlet Witch y Hawkeye, dejando claro que el elemento más significativo dentro de esta historia es la masacre que Bendis confecciona para estos bienhechores, y que causó las reacciones más severas por parte de la audiencia.

El approach utilizado por Bendis es sumamente interesante, donde revela que desde las primeras páginas el lector es puesto en una posición donde se ve de primera mano el punto de vista de los Vengadores: desde un intercambio jovial donde comparten comentarios jocosos, hasta ser testigos y en primera fila de la catástrofe, de una auténtica película de desastres. El autor confesaría que fue deliberada esta intención, de hacer partícipe al lector y dirigirlo a través de un espectro variado de emociones que van desde la empatía, el asombro y el horror.

Para Bendis, la imagen de la clásica aeronave Quinjet estrellándose sobre la Mansión Avenger es una de las secuencias que surgieron al momento de concebir esta historia, y que sin duda reconoce que es el peor augurio que puede existir para los Vengadores, y que tomó inspiración de sagas legendarias como Daredevil: Born Again (1986), Crisis on Infinite Earths (1985-86) y la Guerra Kree/Skrull (1971-72) como punto de partida para exhibir un escenario plausible para transmitir todos estos estados de ánimo.

De un plumazo, personajes de culto como Scott Lang y Jack of Hearts (quienes irónicamente el escritor Geoff Johns les había dado prominencia en su entonces reciente etapa en Avengers), dan por iniciado un sorpresivo bodycount al cual se le une el fan-favorite Vision, quien en un glorioso splash page por David Finch es partido a la mitad por una incontrolable She-Hulk, que misteriosamente pierde el control.

La hecatombe que Bendis desata sobre su reparto alcanza su punto más álgido cuando el ultra popular Hawkeye, en un arrebato lleno tanto de soberbia como de locura repentina, decide sacrificarse por el bien común. En palabras del propio Bendis, se abrió una proverbial Caja de Pandora:

“Lo and behold, I killed Hawkeye–and all hell broke loose…”

A sabiendas de que la historia clamaba por víctimas de gran resonancia, lo irónico resulta ser que la propia Marvel es quien ya tenía en la mira a muchos de estos personajes antes de que Bendis apareciera en el radar de los Vengadores. Solicitando un listado de posibles bajas, se da cuenta de que tanto Hawkeye como Vision son prescindibles:

“Hawkeye was on the list. I wasn’t even going to ask for Hawkeye. That seemed insane. I paced around my house for, like, a month just trying to decide whether to do that or not.

That list was so much more damning than I would have asked for. I would have never asked for Hawkeye! I was legitimately shocked to see both him and the Vision.

I remember showing the list to my friends, and I think I remember Ed Brubaker saying, ‘They’ll kill you if you kill Hawkeye.’ I kind of wanted to do it, though, because it was so scary. Sociologically, I wondered what would happen.”

Lo que pasó fue una explosiva reacción en cadena la cual marcaría su carrera en adelante. El fandom se polarizó, con los Bendis-haters por un lado y el grupo de apoyo al autor por el otro – reunidos dentro de su comunidad virtual Jinxworld.com. No solamente la efigie de Bendis representaba a una compañía y a una ideología editorial dispuesta a promover el cambio drástico con el fin de levantar su menguante economía y bajo perfil, sino que él era el “enemigo” de “nuestros” personajes – cómo si los fans fueran sus verdaderos creadores, siendo que lo más cercano era ser los curadores del museo de sus hazañas.

Sin embargo, este sentido de pertenencia más que afectar negativamente demostró que los Vengadores representan a algo más que dibujos en tinta y papel. No podemos olvidar que esta franquicia estaba al borde de la completa obsolescencia, ya que a la par de sus historias se publicaban otras de mayor envergadura y relevancia: The Ultimates, serie creada por el irreverente, ingenioso y polémico Mark Millar, representaba una bocanada de aire fresco para Marvel Comics. Inspirado en los Avengers, Ultimates era la respuesta out-of-the-box para actualizar a estos superhéroes para la audiencia del siglo XXI. Con arte espectacular, vibrante y fotorrealista de Bryan Hitch, tanto Captain America, Iron Man, Thor y compañía abatían amenazas en el mundo real, en un “Universo Marvel” alternativo el cual era más afín a los problemas que provocan la incertidumbre geopolítica, el abuso tecnológico, los dilemas morales de la genética y la promesa del “superhumano” como un instrumento ya sea para la paz mundial o para el beneficio del Complejo Militar-Industrial.

Es decir, el comic de Avengers se encontraba bajo una vida artificial soportada sólo gracias a la costumbre, a una tradición de que siempre habrá un comic de Avengers publicándose mes a mes, no importa que sea una auténtica basura. Sin embargo, Ultimates poblaba un rincón muy específico en el calendario de publicación de Marvel Comics, y era obvio que tras el renacimiento de Amazing Spider-Man con el autor Joseph Michael Straczynski, la envolvente intriga conspiratoria de Hulk con Bruce Jones, la narrativa off-beat y profunda de X-Statix de Peter Milligan y Mike Allred, el introspectivo drama urbano de Daredevil del propio Bendis, y experimentos exitosos como la aventura de ansia juvenil, autodescubrimiento y superpoderes de Runaways de Brian K. Vaughan, y el emocionante e incisivo Social Sci-fi de NEWXMEN de Grant Morrison, se le debía aplicar una terapia de electroshock a los Vengadores, y con ello levantarlos de un letargo que parecía infinito.

No había dudas: Avengers debía formar parte del mejor momento en la historia de Marvel Comics, sólo era cuestión de tiempo: encontrar a la fórmula exacta y a los autores adecuados. No en balde Marvel, y a la par de este esfuerzo, le da un segundo aire a franquicias satélite como Captain America (de la mano de Ed Brubaker), y Iron Man (con el siempre inteligente y versátil Warren Ellis).

Esta resurrección estaba más que justificada. Hacerlo de otra forma era como regresar a la era de “Grandes Éxitos”, evocar el pasado ad nauseum y dejar de lado a un prometedor futuro. Todos éramos parte del problema, por lo que era necesario amputar de tajo toda noción preconcebida de cómo debían ser presentados los Vengadores a una audiencia contemporánea.

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UN FINAL, Y UN PRINCIPIO

Tras la destrucción, el humo y los escombros se propone un nuevo comienzo, no sin antes repasar aquellas epopeyas que en un principio unieron a estos héroes. El epílogo de Disassembled, titulado “Avengers Finale”, es ilustrado por auténticas leyendas, destacados artistas y profesionales actuales de la industria y quienes a su estilo le rinden una ofrenda muy especial a la leyenda de los Vengadores: Neal Adams, George Perez, David Finch, Alex Maleev, Steve Epting, Lee Weeks, Michael Gaydos, Eric Powell, Darick Robertson, Mike Mayhew, David Mack, Gary Frank, Michael Avon Oeming, Jim Cheung, Steve McNiven, Danny Miki, Mark Morales, Mike Perkins, Frank D’Armata, Brian Reber, Morry Hollowell, Andy Troy, Pete Pantazis, Justin Ponsor, Richard Starkings y Albert Deschesne. Este equipo creativo logra plasmar sobre la página impresa una emotiva despedida para esta longeva franquicia, la cual promete un parteaguas en su futuro inmediato. Este comic en particular sería la primera de muchas ocasiones en las que Bendis reúne a un destacado ensamble de colegas suyos para demarcar hitos importantes en lo que fue su larga etapa como escritor en este título.

Avengers Finale—Es momento de decirle adiós a los Vengadores. Brian Bendis y un selecto grupo de artistas conmemoran las numerosas aventuras de estos héroes, dando paso a una nueva era de historias.

Como un paquete completo, y parafraseando al mismo Bendis, Disassembled trasciende sobre todo su shock y estruendo, siendo una sombría crónica acerca de los errores y tragedias de los Vengadores. De aquellos predicamentos que han encarado con valentía pero que regresan nuevamente para atormentarlos, que se apilan uno encima del otro en un pequeño periodo de tiempo y sin piedad (y que esta historia retrata crudamente). Esta narrativa exploró además a las posibilidades dramáticas que pueden generar los yerros que han cometido al ser partícipes de un juego tan dramático, peligroso, de alto riesgo y con un altísimo precio – algo que es dado por hecho en los cómics de superhéroes.

Esta historia mostró sus consecuencias, dejando heridas profundas, recriminaciones y un amargo desenlace, llevando a la incertidumbre a quienes se aventuraron a leerla, pero que sin duda alguna capturó a su atención y los dejó listos para ser testigos del siguiente capítulo en esta epopeya que Bendis ha labrado cuidadosamente. Segmentos selectos de Avengers Disassembled ofrecen ligeras pistas que paulatinamente darán pie a relatos de mayor estatura para estos héroes, además de augurar un sinuoso camino que habrán de recorrer en la búsqueda de un semblante de vida más esperanzador, pero que no quepa la menor duda de que nosotros como lectores estábamos dispuestos a acompañarlos. Si esta serie no hubiese existido, el fandom estaría lamentando la pérdida de un comic como Young Avengers (por Allan Heinberg y Jim Cheung; recuadro, abajo), uno de los comics más recordados y con un alta estima dentro de este ciclo, y que supuso una bocanada de aire fresco, repleto de gran riesgo e ideas nuevas.

En definitiva esta es una de las sagas que demarcan toda una era de curiosas tendencias en el mercado del comic comercial, señalando además la importancia del potencial que pueden lograr cuando están dirigidas sobre una clara visión a largo plazo y bajo el comando de una fuerte voz autoral.

“It is false to say that the book is being shut down, it isn’t. It’s being reestablished. Envisioned. We aren’t destroying, we are creating. I will have to wait to show everyone that, but that is what we are doing. I was telling a story where you were in the Avengers and I’m blowing your world up. People had a real dislike for that as an initial feeling.

But I’ve since proven my love of those characters, and my feelings about the team. I went in guns ablaze, and that was jarring, and so it took about a year for people to go, “Okay, I guess I see it a little bit, all right, keep going.” And now, people are into it. And people even reread Disassembled, people reread it with clearer eyes.”
— Bendis.

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