This perfect timeline that I have made

“Inferno” y el fin de la era Hickman en el comic de X-Men.

Quizás no exista en el ámbito del entretenimiento alternativo una librería de ficción con personajes e historias más robusta que X-Men, publicado por Marvel Comics. Probablemente sea Star Wars su rival más cercano, pero la constante adición de contenido a su mitología la pone muy por encima de todos sus perseguidores y competidores.

Esto la lleva también a cruzar umbrales muy rocosos, difíciles; en donde su dirección queda sujeta no solo a lo que dicta el mercado sino también al cambio generacional y de estilos narrativos; de pasar de la cima a la sima; de lo retador a lo conservador; de la innovación a la consistencia y del letargo a la mediocridad con el paso de los años. De publicar a un vasto reparto de personajes hasta llegar a la contracción, con un puñado de bestsellers para mantener a flote su interés.

Hablar de los X-Men es recorrer un camino de crestas y valles; de expectativas y frustraciones; de un terreno fértil a un potencial desperdiciado; siendo el común denominador la constante intervención editorial—llena de malos hábitos y conductas perniciosas—que da al traste con la visión de autores reconocidos en el medio. Cada vez que se satura al mercado detallista con series mensuales que son líderes de pérdida, esta gran saga ve diluida su calidad, perdiendo el enfoque una y otra vez.

Y cuando creíamos que esta franquicia había encontrado en tiempo reciente tanto la calma como un éxito renovado—tras una tormentosa sacudida de cambios y recambios entre 2012 a 2018—se le vuelve a dar el tiro de gracia, siendo ahora el ciclo narrativo a cargo de Jonathan Hickman la nueva víctima.

Siendo una bocanada de aire fresco y una descarga de electroshock que no se había visto en años—tras los trabajos de autores como Grant Morrison y Joss Whedon a principios del siglo XXI—Hickman hizo de los Hombres X algo único y atractivo para una industria del comic comercial que vive en el día a día y sin una misión ni visión definida; atascada en el refrito constante, en los reboots forzados, y en la saturación de portadas alternativas, inflando así a sus ínfimos niveles de ventas.

El trabajo de este escritor entre 2019 a 2022 reavivó el romance entre los lectores y el comic, así como con sus personajes y dramas particulares. Y no obstante que se haya atravesado la pandemia del COVID-19 durante su publicación, cada entrega bajo su pluma representó un evento por sí mismo, y muy por encima en términos de calidad y valor agregado si lo comparamos contra el resto de sus colegas dentro de la línea de comics de la Marvel.

Pero, ¿cómo fue posible que este magnum opus, repleto de ideas casi a “prueba de balas”, haya sufrido la misma suerte que sus antecesores?

Read on.

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Invertir tiempo, dinero y aprecio con los X-Men

Hace tiempo escribí las siguientes líneas con respecto a los comics de X-Men por Jonathan Hickman:

Si esta historia debe completarse a través de una seguidilla de miniseries o eventos dispersos uno de otro, que así sea […] Me parecería injusto que Marvel no le diera a Hickman la oportunidad de terminar su obra en los términos más convenientes, y de igual manera veo arriesgado cerrar la puerta y regresar a los mismos vicios de antaño. No en balde, el público cautivo al día de hoy está más que deseoso de saber qué es lo que sigue, aún y cuando este tren narrativo se descarrile o llegue a su destino.

¿Pues qué creen? La injusticia hizo su aparición y nos quedamos sin más historias de este autor. Y para quienes llevamos un largo tiempo siendo lectores asiduos de los Hombres X, nada de esto nos sorprende en absoluto. Jonathan Hickman se une a un largo grupo de creadores que vieron truncados sus planes, ya sea de motu propio o por las razones equivocadas:

A Chris Claremont se lo arrebataron de las manos. Jim Lee y Whilce Portacio eran muy lentos, y prefirieron crear Image Comics e irse por la puerta de atrás, aún y cuando se les había dado carta blanca para hacer y deshacer. A John Byrne ni las gracias le dieron. De Scott Lobdell solo se le recuerda por sus historias autocontenidas y sus pésimas narrativas. Fabián Nicieza renunció por tanta imposición editorial, cuando a los X-Men los redactaban desde la oficina del entonces mandamás Bob Harras. Lo mismo sucedió con Mark Waid, Steven Seagle y Joe Kelly. Chris Claremont regresó con más pena que gloria, al punto de que Marvel le siguió manteniendo en su nómina por casi 2 décadas, pero sin darle permiso de tocar a los X-Men nuevamente. Peter Milligan, Mike Carey, Ed Brubaker, Matt Fraction, Jason Aaron y Kieron Gillen solo dejaron garbanzos de a libra. Y nadie quiere acordarse de Chuck Austen, Victor Gischler, Brian Wood, Brian Michael Bendis, Cullen Bunn y Matthew Rosenberg.

Pasamos de lo Nuevo, Diferente e Insólito al Refrito, lo Mediocre e Infame. Una lista interminable de personajes y narrativas que no llegaron a buen puerto, y que prefieren ser barridas bajo la alfombra. En su momento enumeré mis historias favoritas en un Top Ten, y quizás el comic de Uncanny Avengers fue lo mejor en mucho tiempo, pero que de igual forma sufrió un aciago destino como sus predecesores.

Si eres fan de los X-Men, estás acostumbrado a esto, a sufrir. Pero lo que le pasó a Hickman es de no creerse.

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Jordan D. White, dropping the ball

Siendo editor de línea para Marvel, Jordan White lleva una larga carrera en el comic mainstream. Comics como Backways (Aftershock, 2017-18), de su autoría y junto a la ilustradora Eleonora Carlini, hablan de un talento en bruto que es interesante pero que no logró ir más allá. Con estos antecedentes, es muy raro que teniendo en sus manos al mejor X-Men en décadas lo haya conducido al cadalso en tan poco tiempo.

A él se le achacan los resultados de una línea de comics cuyo nivel de calidad fue cayendo de lo desafiante y lleno de sentido de asombro a lo intrascendente y aburrido. Su liderazgo es constantemente cuestionado, dado que no supo zanjar a tiempo la constante disonancia entre la audiencia conservadora y el grupo de escritores a su cargo. Esto se tradujo en una constante incapacidad para balancear tanto a la consistencia narrativa que exige el público asiduo a los comics de superheroes, como a los compromisos editoriales para captar a nuevas audiencias—que buscan en su lectura aspectos de representatividad, agendas de justicia social y cuotas de género justas. Como consecuencia, un deficiente control de daños y un discurso polarizado agitó a las redes sociales, que al día de hoy son una muestra real del público lector.

A mi parecer, el problema no es 100% cultural. Qué más da si todo el reparto de personajes tiene un buen balance racial si se sigue reiterando en los mismos vicios de antaño y de los cuales ya estamos hartos; de estirar a las narrativas hasta que ya no den más, en lugar de crear historias cortas con cliffhangers interesantes y sacudidas al status quo más frecuentes; que los personajes tengan la oportunidad tanto de servir a un plot ingenioso e interesante como también expresar las necesidades de la audiencia contemporánea de manera natural y con gran impacto emocional. En mi opinion, esto fue lo que hizo de House of X y Powers of X un éxito. Sin revertir en lo clásico, cambió el tablero de juego por completo y puso en colisión a todos los protagonistas principales, sacándolos de su zona de confort; les dio la oportunidad de representar de maneras distintas las metáforas de coexistencia racial propias de un mundo actual en constante apertura. X-Men ya no era una historia de “Pandillas vs. Pandillas”, sino un ejercicio literario que era atrevido, moderno, en la búsqueda de una identidad nueva para su ensamble de personajes, y una carrera contra el tiempo hacia la evolución de las especies.

El error de Jordan White y sus asociados fue creer que ya habían llegado al destino final. En ningún momento la historia que Jonahan Hickman tejió para los X-Men era una fórmula estática; llegar a una “tierra prometida” para que sus personajes repitieran los mismos patrones de antaño no estaba en el libreto. Sus Hombres X siempre dieron un paso adelante, pero los comics de sus colegas nunca entendieron este mensaje:

“HOX and POX aren’t really structured that way in that they’re not really stories about teams or missions. Saying that, they have teams and missions, but it’s not the point.

Going forward, however, I think the idea of ‘teams’ and ‘schools’ and other ‘ways to get things done’ aren’t necessarily the kind of things that we want to hold too tight to. I don’t want to give the game away, so I’m not going to say anymore, but we won’t be doing ‘gold’ and ‘blue’ teams in the traditional manner.

It’s worth pointing out that I intentionally didn’t start this as an X-Men story. It’s broader than that. It’s a story about mutants. All of them, and what their place is in the world—and in the Marvel Universe.”

En palabras del autor, fue desición propia el hacerse a un costado cuando su editor y compañeros de trabajo tomaron la alternativa de seguir expandiendo el primer acto de esta historia. Así, este puñado de comics contaba una y otra vez los mismos temas: los X-Men viviendo en la isla de Krakoa, en donde su cultura es constantemente amenazada por fuerzas violentas provenientes del exterior, y sin una clara hoja de ruta.

Era obvio que la pandemia del COVID-19 entre 2020 y 2021 había sido un factor determinante: ¿por qué acelerar las cosas cuando tenemos a un mercado ávido de consumir este primer capítulo?

Pero para quienes hemos seguido la carrera de Hickman en los comics, las decisiones artísticas imperan por encima de las comerciales. No es un autor que se quede dormido en sus laureles; sus narrativas siempre tienen un camino fijo y sin desviaciones, y cuando ha cumplido sus metas se propone nuevas. Era obvio que este escritor quería seguir creando cosas importantes, que HOX/POX era el primero de muchos hitos a corto plazo en su regreso a Marvel Comics, tras su exitoso ciclo entre 2009 y 2016.

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Hickman y los 3 años

En diversas entrevistas a medios especializados del comic, Hickman fue esbozando detalles interesantes sobre cómo pensaba llevar a cabo su plan maestro para el comic de los Hombres X. En lo general me parece una pena que todo el grupo editorial y sus colegas no se hayan alineado con él, y la rumorología detrás de lo que realmente pasó—si Hickman nunca le prestó tanta importancia y/o mano dura sobre el grupo, o si los editores crearon un motín junto a sus escritores freelancer para tomar el control—ha sido tan rampante que quizás nunca lo sepamos.

Pero de lo que sí tenemos certeza es que este escritor, en dosis cortas, se convierte en una fuerza creativa descomunal. Ya lo ha demostrado en series tales como Secret Warriors, SHIELD y Avengers, y no se diga con sus proyectos personales publicados por Image Comics. Es donde se siente más cómodo y en donde ofrece excelentes resultados. La preparación de sus comics es tal que no deja espacio al azar:

“There’s a pretty massive difference between planning for a single book and the direction of an entire line. So I took about five months and did a bunch of re-reading, quite a bit of outlining, I wrote a bunch of documents for both Marvel editorial and the upcoming writers. It was quite a lot. Any homework that needed to be done was.”

Los comics de X-Men bajo su pluma ofrecieron un ritmo frenético, repleto de sorpresas y temáticas clave que han sido su sello particular. No se puede entender un comic de Hickman si no cuenta con estas características.

House of X & Powers of X fueron en sí un golpe de autoridad por un consagrado de la industria del comic, y un testamento definitivo de que los Hombres X siguen estando vigentes. Quizás la reinvención más importante a una franquicia de comics desde The Authority en 1999, y tanto NEWXMEN como la línea de Ultimate Marvel en el 2001:

“I tend to work ideas and not themes (those just kind of seep out) but playing along I’d say FOUNDATION and EXPANSION. Or something like that.

I pitched the company essentially a three-act story. Where each act would last as long as we wanted or needed it to, and then when we were ready, we’d officially begin the second act.”

Acto seguido, Marvel publicó entre 2020-21 una seguidilla de comics de esta gran familia, todos ellos iniciando con un nuevo tomo #1. Una iniciativa editorial a la que se le puso la etiqueta de “experimento” por parte de la crítica, y su grado de éxito ha sido continuamente cuestionado. ¿Fue un tren nostálgico o realmente un paso adelante?

“The original idea behind the (X-Men) book was kind of a travelogue for Krakoa, with Cyclops being our guide. It was supposed to just be 12 issues and very different when it was first planned out, and that obviously changed a lot by the time I got to write issue one.

My initial idea was to use the X-Men title as a springboard for the other books. So, X-Men #1 would have been about the Hellfire Trading Company and then we would have launched Marauders two weeks later. Then two weeks after Marauders #1, and because of the complications introduced in that story, X-Men #2 would have been about the need for a mutant CIA, and then we would have launched X-Force #1 two weeks after that.

The thinking behind this was, sure, number one issues are already really, really tricky, and this would be a cool cheat code for that, but these new titles had even heavier lifting to do than normal because they were introducing concepts, characters, and themes, against a backdrop that unfamiliarized familiar titles. I think it might be a super effective way to launch an entire line in a really streamlined manner.”

Mi opinion sobre la mayoría de estos títulos satélite no ha cambiado al día de hoy: a pesar de que la visión del autor seguía permeando sobre todos ellos, en lo general y en lo particular se mostraban realmente dispares unos con otros, navegando en la medianía del escalafón de ventas mensual, y evidentemente al ser comparados contra X-Men de Hickman no le llegaban ni a los talones. Es más, se sentían más bien como refritos de comics de los Hombres X de las últimas tres décadas, reiterando en temas, caracterizaciones de personajes y situaciones que al día de hoy ya no eran relevantes:

“When I pitched the X-Men story I wanted to do, I pitched a very big, very broad, three-act, three-event narrative, the first of which was House of X.

And while this loosely worked as a three-year plan, I told Marvel upfront that I honestly had no idea how long the first part would last because there were a lot of interesting ideas that I had seeded that other creators would want to play with, and so, we left this rather open-ended. I was also pretty clear with all the writers that came into the office what the initial, three-act plan was so no one would be surprised when it was time for the line to pivot.”

Este “punto pivote” que mencionó el autor se ejemplificó claramente tras la publicación de X of Swords: cuando los X-Men entran en modo crossover, el mundo del comic comercial presta atención. De amplia expectativa y con una estética visual impresionante, este evento polarizó opiniones: ¿fue un comic hecho en comité o de voz autoral única? ¿Fue el parteaguas para entrar con todo en el llamado ‘segundo acto’? U Decide.

“However, I also knew that I was cooking with dynamite, and it was very possible that what I had written in House of X, and the ideas contained within, was not actually the first act of a three-act story, but something that resonated more deeply […] where it would represent a paradigm shift in the entire X-Men line for a prolonged period of time.

So, during the pandemic, when the time came for me to start pointing things toward writing the second-act event, I asked everyone if they were ready for me to do that, and to a man, everyone wanted to stay in the first act. It was really interesting, because I appreciated that House of X resonated with them to the extent that they didn’t want it to end, but the reality was that I knew I would be leaving the line early.”

En mi opinión, X of Swords se salvó en su tramo final gracias a la contribución de Hickman, quien sin duda fue la fuerza creativa que impulsó a toda la línea y que la rescató de la mediocridad. Es quien empujó a este puñado de comics a salirse de la media, a ser propositivos y dejar huella sobre el lector. La visión del grupo editorial fue claramente anatema a los propósitos generales del autor, y si tras bambalinas prefirieron un rumbo distinto, más conservador y apostando por la cantidad en lugar de la calidad, era obvio que Hickman iba a decidirse por tomar el camino contrario. Si su propia creación se convertía en un obstáculo para sus planes profesionales, estaba dispuesto a abandonarla completamente, aunque bajo sus propios términos.

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“Burn it to the ground”

Lo que se sabe en sus declaraciones a la prensa, es que Hickman tenía bajo contrato la responsabilidad de ser un creador de contenido no solamente para los X-Men, sino para todo el conjunto editorial de Marvel Comics. Si los Hombres X se salían de la trayectoria definida, había que limpiar casa y continuar con lo que sigue:

“There’s no version of this where I’m putting plans in my back pocket to save for another day, or some great character beat that I’m holding onto and no one is allowed to use it (or the character) until I get around to it. That’s not what this is. Everything I have already done, everything I’m currently working on, and everything I had plans to do in the future belongs to the team.”

A manera de ceder la estafeta a sus colegas, el autor trajo a la mesa Inferno, una miniserie de 4 tomos la cual se publicó entre septiembre de 2021 a enero de 2022. Acompañado por los artistas Valerio Schiti, Stefano Caselli, R.B. Silva, Tom Muller y David Curiel, nos presentó en sus páginas una narrativa que mezcló de manera efectiva la intriga conspiratoria, momentos de revelación largamente esperados, sorpresas y vuelcos en la trama al por mayor, acción de alto octanaje, y un atisbo a lo que pudo haber sido el plan maestro de Hickman en caso de haber explotado todo su potencial.

De la misma manera que en su trajinar por el comic de X-Men, su voz autoral inundó a esta serie limitada de ese sentido de pesadumbre propio del conflicto entre mutantes, humanos y la inteligencia artificial; tres entidades y puntos de vista quienes recorren en círculos un proverbial laberinto repleto de dudas, agendas oscuras y conflictos de intereses; víctimas de su propia arrogancia y en pos de controlar el futuro del mundo (y quizás del universo) a su alrededor.

Como un todo, Inferno realmente se percibe como un fin de ciclo y una amalgama de ideas que probablemente le hubiesen dado un cierre digno a la historia que Hickman se traía entre manos. Se puede decir que es el punto final a los temas expuestos en el comic de House of X, y que pondera de manera franca y dramática sus últimas consecuencias: el conflicto inevitable entre la controversial Moira X y la clarividente Destiny; el origen secreto de Omega Sentinel; la decisión final del androide Nimrod; el lugar que ocupan la isla mutante de Krakoa y el grupo terrorista de Orchis en el tablero de juego; la lucha por el control entre Xavier y Magneto contra los demás personajes secundarios, quienes comparten voz y voto en las decisiones sobre la cultura mutante; y Doug Ramsey/Cypher como el wild card que cambiará el rumbo de las cosas.

Aún y cuando su conclusión dejó el camino listo para que sus sucesores puedan continuar con la narrativa de Krakoa por un tiempo indefinido, Hickman no se guardó nada y lo hace a través de un storytelling muy atrevido, dinámico y asumiendo riesgos. Más que un paseo nostálgico por los mejores momentos de HOX/POX o una carta de despedida, el autor empleó toda su sapiencia para ofrecer a los lectores un final estruendoso, emocionante y digno para una época sin igual dentro del universo de ficción de los X-Men.

Inferno se vuelve memorable por sus diálogos ominosos, por sus encarnizadas batallas y sus súbitos giros de tuerca. Cada entrega puso de cabeza a los personajes, colocándolos en situaciones de no retorno, y cuestionando sus lealtades constantemente. Siendo la mutante Mystique el hilo conductor de esta historia, ella se desplaza con gran porte, destreza, sigilo y peligrosidad en todos los frentes, dejando a la vuelta de cada página tanto destrucción, traición y venganza. Esta saga se convierte así en el relato definitivo para este personaje, y cuya confrontación con Cypher en los instantes finales puso en perspectiva su lugar en el nuevo orden de la cultura mutante del año 2021.

En todo momento, Hickman enarbola el adagio de “cambia o muere” sobre estos vetustos personajes, con décadas de publicaciones y danzando sobre los mismos hilos narrativos; pero en esta ocasión se ven forzados a admitir sus yerros y a denunciar a quienes se escudan en las mentiras, si quieren hacer de Krakoa un verdadero hogar y un paso adelante en sus vidas.

El esfuerzo de los artistas es sobresaliente, proveyendo de un peso específico sobre el storytelling. Los momentos de intriga, acción, intercambio de información y opiniones se acompañan de ilustraciones de gran presencia, en donde cada personaje luce espectacular. Se mantiene una consistencia en el estilo que se agradece, y a pesar de haberse retrasado en su publicación un par de semanas, esto no impactó en absoluto su calidad. En páginas selectas, el arte evocó de manera precisa momentos cumbre de House of X, a los cuales se les da énfasis y se descubren aspectos que en principio habían estado ocultos, pero que ahora cobran sentido.

Hickman revela con Omega Sentinel a la mente maestra detrás del conflicto renovado entre mutantes y robots, y de paso le ofrece a sus lectores un enfoque distinto y novedoso a ideas plasmadas anteriormente en el comic de Powers of X; lanzándonos brevemente hacia un futuro distante, en el que los Hombres X y la Inteligencia Artificial conducen su batalla hacia el terreno de lo cósmico y abstracto.

En un plot twist sumamente brillante, el escritor nos ofrece respuestas concretas a nuestras dudas más básicas: ¿cómo estos superhéroes podrán derrotar a un enemigo capaz de engullir a vidas, planetas y a galaxias enteras? ¿Cómo la robótica logró dar en el tiempo presente el paso evolutivo necesario para reclamar como suya a la Tierra? ¿Cuál es el origen de la organización Orchis y quién es su benefactor? ¿Realmente habrá un espacio para la coexistencia, o ambos frentes están destinados a aniquilarse mutuamente?

“There’s a hole in the world… it’s shaped like a person… but inside there is darkness and death and beyond that oblivion…”

No cabe duda que HOX/POX sigue y seguirá siendo la biblia e influencia primordial sobre la que gravitará este relato moderno de los Hombres X.

Las páginas finales de Inferno ofrecen al lector un cese al fuego momentáneo entre ambos frentes en disputa, pero dejando muy en claro lo que está en juego. El combate sin cuartel entre Omega Sentinel y Nimrod contra Xavier y Magneto no tiene parangón. Por otro lado, Destiny y Mystique han forzado las cosas a su favor y tienen a su merced a Moira X, cuyo poder de la reencarnación y el conocimiento consciente de sus vidas pasadas ha quedado a la luz.

En otro giro bastante atrevido de Hickman, se despoja de esta habilidad a su protagonista, dejando de esta manera en el reparto de apoyo la responsabilidad máxima de conducir a la cultura mutante a su potencial más alto, y libre de los poderes fácticos representados por el triunvirato de Xavier, Magneto y Moira.

En otra sorpresa bastante agradable, es Cypher quien pone en sobre aviso a Destiny y a Mystique que la anarquía, lo perverso, las agendas nocivas de poder y las verdades a medias no son bienvenidas en la tierra de Krakoa, obligándolas a la cooperación con los demás mutantes, quienes ahora y más que nunca tendrán que poner de lado sus diferencias en pos del progreso de su raza. Fiel a su estilo, Hickman hace uso de una prosa atrayente para establecer los contrastes entre estos personajes y lo que les depara de ahora en adelante:

“We made a thing—an act of pure creation—an act of desperation… To once and for all, save our people. All of them…
The Nation’s founders. The always faithful. The trustworthy. The innocent children. Their broken keepers. The heroes. The villains. The killers. The liars. And the true believers.
Krakoa was created to last. To endure the end times. Built on hope, paid in full… And able to withstand any force that would rise against it.
We built the walls high. And locked ourselves inside. FOREVER.
TO BE CONTINUED. FOREVER.”

Hickman is. Ya nada será igual.

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El elefante en la habitación

Para muchos lo impensable pasó, y muchísimo antes de tiempo: nos encontrábamos todos los fans de los X-Men en una era post-Hickman. Lectores y autores son ahora huérfanos de una guía espiritual y voz de autoridad que nos ayude a transitar sin problemas por una narrativa a la que todavía le quedan muchos cabos sueltos por atar:

“I promise you’ll be seeing plenty of those ideas and plans executed in other books or amalgamated into broader concepts. The big questions and resulting conflicts I was getting at aren’t disappearing from the line—those things are baked in. They’re inevitable in a lot of ways. It just won’t be happening on a timeline that I can work on.”

La adición al roster de escritores de Kieron Gillen en 2022 nos habló de la necesidad de contar con alguien dentro del grupo de guionistas que tenga experiencia dentro de la línea de comics de los Hombres X (tras formar parte del grupo entre el 2009 y 2013), y que sepa llevar a buen puerto una narrativa a largo plazo—su trabajo en la serie de The Wicked + The Divine (Image Comics, 2014-2019) es un antecedente que habla a su favor.

En declaraciones finales a la prensa tras su salida de X-Men, Jonathan Hickman hizo hincapié precisamente en una tónica narrativa con amplia claridad y sentido de urgencia como factores de éxito:

“[…] for it to be truly successful I think we needed a couple more things to go right. One, I believe we needed a broader aesthetic. A bigger artistic umbrella. That’s something we perhaps could have controlled a little better. Two, I think we needed to maintain a more relentless velocity. Narrative rhythm is good—necessary, I think, in the individual titles—but with a line as big as ours, the whole thing still has to feel like a freight train.”

Pero a título personal, la continuación y resolución a sus ideas dejadas en el tintero nos llevan a seguir a una amplia gama de títulos mensuales y miniseries, incluyendo aquellas que continúan centrándose en la vida mutante dentro de Krakoa y sin avanzar ni un ápice, y también aquellas que siguen rindiendo tributo a los clásicos de antaño y que son poco propositivas. El completismo y la lealtad a la marca no es una opción cuando el producto ni siquiera proyecta un valor agregado para el consumidor.

En una economía que nos obliga a ser selectivos en un hobby que de por sí es costoso, seguirle la huella a los Hombres X conlleva a elegir únicamente a aquellos tomos que consideremos clave, importantes.

Aún y cuando el plan a tres años de haya dilatado un poco más, es claro que los equipos creativos que quedaron al mando de la franquicia no cuentan con los blasones ni el currículum para una responsabilidad de tal magnitud.

¿Seguiremos llevando una crónica de esta epopeya? Definitivamente no. Ya no emplearé extensos artículos de opinión. Quizás pueda continuarla en la forma de cápsulas cortas, con el fin de llevar un récord de los milestones más importantes, y compartir mis impresiones acerca de cómo terminará esta aventura. Pero es claro que sin la presencia de su autor original se ha perdido considerablemente mi interés. Lo que un día fue, no será.

“Maybe you should worry about just being happy with what you have.”

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