Para el fan del entretenimiento alternativo en México, el periodo comprendido entre 1986 y 1997 marcó una confluencia sumamente atractiva de contenidos que fueron moldeando nuestros gustos y preferencias. Una época dorada para la pantalla chica nacional, que se convirtió por momentos en un medio de difusión muy positivo para nuestro tejido social. Mis recuerdos de aquella época siguen siendo nítidos, y representan una nostalgia sana que vale la pena revisitar. Ahí vamos:
La barra de dibujos animados transmitida por XHGC (Canal 5 de Televisa) se consolidó como una de las más completas en la historia de la televisión nacional, con un balance muy bueno entre series norteamericanas y el anime japonés, además de producciones originales como “Corre, GC, Corre” (concursos infantiles, 1986-1988), “El Espacio de Cositas” (cultura y manualidades y conducido por Alma Gómez Fuentes entre 1989 y 1992); “Súper Ondas”, “Mi Planeta Azul” y “XE-AH Radioaventura” (entretenimiento y cultura, 1989-1991), además de la versión latinoamericana de “Plaza Sésamo”.
Emisiones como Mazinger Z, Thundercats, Silverhawks, Teenage Mutant Ninja Turtles, Robotech, Voltron, Astroboy, Samurai Pizza Cats, BraveStarr, He-Man, She-Ra, Filmation’s Ghostbusters, COPS, MASK, Captain Tsubasa (mejor conocido como “Supercampeones”), así como series de televisión como Superboy, Captain Power, Beans Baxter, Weird Science y My Secret Identity dejaron una huella profunda en nuestra niñez y adolescencia.
En dicho lapso, Televisa trae a México a la elegante y sensacional Batman: The Animated Series, la cual marca un antes y un después dentro de la adaptación del superhéroe americano a la pantalla chica. Su agudo argumento lleno de emoción, drama, tragedia y sutil humor, así como también su tónica oscura, un dinámico storytelling y acción estilizada fueron un salto descomunal en calidad y madurez creativa, en comparación con otros shows de superhéroes que le precedieron y que también llegaron a nuestro país, tales como Spider-Man (de 1967), Spider-Woman (de 1979), Spider-Man and his Amazing Friends (1981), y Super Friends (1979-80).
Imevisión, la cadena de televisión gubernamental, no se quedó atrás y conformó un núcleo de programas sumamente competitivo y memorable. La barra infantil comenzaba en las mañanas con el mítico “Los Cuentos del Espejo” de Andrés Bustamante, pasando en las tardes caricaturas como Transformers, The Real Ghostbusters, The Comic Strip (una antología de animaciones: Karate Kat, TigerSharks, The Mini-Monsters y Street Frogs) e Inspector Gadget, y cerrando en las noches con un programa entrañable como “Alf”.
Fue el 2 de agosto de 1993 cuando esta emisora es privatizada, convirtiéndose en Televisión Azteca tras ser adquirida por el conglomerado empresarial Grupo Salinas. Así, esta nueva empresa trasmite series memorables como “El Show del Payaso Bozo”, “The Simpsons”, “Saved by the Bell”, “Full House” (que llegó a la TV mexicana como “Tres por Tres”) y “The Fresh Prince of Bel-Air (“El Príncipe del Rap”, con Will Smith).
Para el público latinoamericano y aficionado a la animación japonesa, se reconoce en Saint Seiya a un auténtico clásico, una saga de gran impacto con personajes entrañables, secuencias de acción inmejorables y una narrativa sumamente original que cautivó a las primeras de cambio. Siendo además un hit en Europa, este anime forma parte de ese grupo de proyectos de nicho que en la década de los 90s tomó por sorpresa al mercado mundial, consolidando la presencia permanente de este género animado en la conciencia de los amantes del entretenimiento alternativo.
Siendo un proyecto publicado originalmente en formato manga en el año de 1986 y concebido por el afamado autor Masami Kurumada, Saint Seiya alcanza su estatus de culto fuera de su natal Japón, siendo rebautizado como “Los Caballeros del Zodiaco”, un rimbombante como atrayente título repleto de sangrientas batallas e ideales heroicos, con protagonistas de fuertes convicciones que buscan enaltecer valores fundamentales como la amistad, la lealtad, el amor por este planeta y el sacrificio altruista para mantener la paz a toda costa; siendo estos personajes en su mayoría jóvenes entusiastas, soñadores, optimistas y valientes quienes de alguna u otra forma entregan sus vidas para perseguir sus creencias, encarando de frente a la muerte si es preciso en su tarea por defender el estandarte de los dioses mitológicos que los bendicen a ellos y a las constelaciones que representan.
En el caso de México, Saint Seiya es un hito, una saga irrepetible e inmortal que mantuvo a su audiencia tanto atenta como cautiva por su complejidad de ideas, símbolos y uso creativo de los cuerpos celestes y elementos teológicos mundiales para darle un sabor distinto, inusual y provocativo a los cerca de 200 diferentes miembros del reparto que engalanan a cada página del manga y a las celdas de animación; cada uno con un nutrido conjunto de habilidades y una muy definida personalidad, distintivo carisma y un aire de frescura que no se había visto nunca, compartiendo un lugar muy especial con otras ofrendas definitivas del anime como Mazinger Z y Astroboy, todos ellos siendo parte de una etapa muy importante en lo que fue la programación de la barra infantil televisiva mexicana.
Saint Seiya, junto a las dramáticas Candy Candy, Heidi y Remy, así como la ultra popular Sailor Moon, labraron el camino para la completa inmersión del anime en nuestro país, haciendo sencilla la introducción de series de similar alcance y appeal tales como Samurai Pizza Cats, Dragon Quest, Dragon Ball, Ranma ½, Card Captor Sakura y Shoujo Kakumei Utena en la televisión de señal abierta. Esta revolución comprobó la rentabilidad de este género, fomentando la creación de un amplio circuito de intercambio entre aficionados (denominado “fansub”) en México. Pude asistir a proyecciones sin fines de lucro en la universidad para ver en el entonces vigente formato VHS series como Rurouni Kenshin, Neon Genesis Evangelion, Fushigi No Umi No Nadia, Golden Boy, Kare Kano, Serial Experiments Lain, Cowboy Bebop, Vision of Escaflowne, Lupin the Third y Oniisama e, así como largometrajes de la talla de Otaku No Video, Perfect Blue, Akira y Ghost in the Shell, además de las obras cinematográficas de Studio Ghibli y Hayao Miyasaki. Con el advenimiento de la televisión por cable llegan a nuestro país material importante como Full Metal Alchemist, Inuyasha, Wolf’s Rain y Cyborg 009, y contemporáneos como Naruto y Death Note, entre otros.
Todo este “efecto dominó” nos remite nuevamente al impacto y legado de una serie como la de Saint Seiya. Dividida en tres impresionantes sagas (El Santuario/Las Doce Casas, Asgard y Poseidon), Kurumada confeccionó una audaz obra que conjuga arte tanto dinámico como un sobresaliente storytelling e inteligencia para amalgamar una cosmología alrededor de los astros y la mitología griega sin igual. El anime ofrece en la saga de “Asgard” una variante muy original a los mitos nórdicos y una adición a su canon de gran envergadura, y que para muchos resulta ser la mejor escrita en todo Saint Seiya. Así, este magnum opus sedujo y emocionó inmediatamente al público mexicano, manteniéndonos en vilo con sus impresionantes batallas y atinada narrativa para dejar cliffhangers que nos hicieron pedir más.
Saint Seiya inició el trend de los doblajes de calidad para los dibujos animados japoneses: fue la casa de doblaje Producciones Salgado la encargada de darle vida a estos inigualables personajes, siendo Jesús Barrero (Seiya), Ricardo Mendoza (Shiryu), René García (Hyoga), José Gilberto Vilchis (Shun), Marcos Patiño (Ikki) y María Fernanda Morales (Saori) quienes crearon para nosotros a auténticos iconos de la animación en español, incluyendo una narración omnisciente bajo la voz de Raúl de la Fuente y el presentador Arturo Casanova, quienes le otorgaron ímpetu, presencia y emoción a los preámbulos de cada capítulo, siendo la extraña pronunciación de la melodía en castellano de “La Canción de los Héroes” (letra de Jean Francois Porry, en la voz de Bernard Minet en idioma francés, y Amado Jaén en castellano) lo que le dio un aura especial a este anime:
Opening con “Soldier Dream” (Saga de Asgard, arriba y Poseidón, abajo).
Saint Seiya: Hades surge entre 2002 al 2009 para dar fin a las adaptaciones del manga original. Entre sus casi 18 años de material animado, Saint Seiya disfrutó de 4 largometrajes, siendo Shinku no shōnen densetsu (“Los Caballeros del Zodiaco Contraatacan” en español) la única que llegó a una exhibición oficial en los cines nacionales. A título personal fue la mejor adaptación que ha existido para este concepto.
Ayudó mucho el hecho de ver de lunes a viernes cada capítulo, dejando en sábados y domingos tanto episodios nuevos como reruns. Fue en el ya legendario ciclo televisivo de ‘Caritele’ en Televisión Azteca—y conducido por Adriana de Castro—que fuimos testigos absortos de las divertidas peripecias, impactante drama y electrizantes batallas tanto de Seiya, Shiryu, Hyoga, Shun e Ikki, los epónimos caballeros quienes han jurado seguir y luchar por Athena la diosa griega, reencarnada en la persona de Saori Kido, siendo ella protectora de la Tierra y de los humanos. Con el paso de los años, Kurumada ha prometido en contadas ocasiones darle un cerrojazo digno a su narrativa; una conclusión que hasta el día de hoy sus fanáticos esperan con ansia.
Y hablando de “Caritele”, se puede afirmar que fue todo un suceso en México. Su ciclo de caricaturas sabatinas nos indujo a mundos animados variados como los de Shin Taketori Monogatari: Sennen Joō, conocida en nuestro país como “La Princesa de los Mil años” (por Leiji Matsumoto), y la fantasía urbana de Sailor Moon, por Naoko Takeuchi. Animado por una mascota, el inolvidable “Carisaurio” y quien sorprendió a todo México al pedirle matrimonio a de Castro al aire, forma parte de un imborrable recuerdo para el fandom de los noventas. Los sábados entre 1993-94 culminaban de manera brillante con las retransmisiones del programa de concursos español “El Gran Juego de la Oca”, conducido por Emilio Aragón y original de la cadena ibérica Antena 3.
Durante esos años hubo un intento de las televisoras nacionales por contar con contenidos educativos, culturales y de integración familiar en su barra de programación, siendo “En Familia con Chabelo” el programa rey, trasmitido de manera ininterrumpida entre 1967 y 2015. En mi niñez pude apreciar reruns de emisiones clásicas como “Cantinflashow” (original de 1972 a 1982), “Teatro Fantástico” (1955-1969, y presentado por Enrique Alonso “Cachirulo”), “Odisea Burbujas” (1979-1984) y “El Tesoro del Saber” (1982-1987) en Televisa, mientras que en Imevisión se importó de la NHK japonesa programas infantiles como Ōkiku naru Ko (“Niños en crecimiento”) y Dekirukana (“¿Puedo hacerlo yo?”). El Canal 5 contó durante muchos años con animadores que hicieron época como Ramiro Gamboa “El Tío Gamboín” y Rogelio Moreno, quienes hacían amenas las tardes, además de que continuamente se proyectaban clips breves que impartían mensajes de concientización, valores éticos y consejos útiles para padres e hijos. “¿Y usted qué Opina?” con Nino Canún y “A la Misma Hora” con el equipo de Flor Berenguer, José Ramón Fernández, Jorge Saldaña, Alejandro Aura, Andrés Bustamante y Javier Solórzano, así como también “Televidente”—del propio Solórzano—llamaban la atención por su franqueza para desmenuzar el devenir nacional.
Hacían un balance a estos contenidos programas de variedades y revista sin igual. Televisa transmitió “¡Andale!” con Paco Stanley entre 1991 y 1993 (y cuyo asesinato por aparentes nexos con el narcotráfico polarizó a la nación), además de reruns de “El Show de Topo Gigio” (1970), “No Empujen” (1982), “La Carabina de Ambrosio” (1978-1987) y “Los Polivoces” (1971-1976). Imevisión trajo al país sexi-comedias como “Las gatitas y ratones de Porcel” (1987-1990) y “El Show de Benny Hill” (1955-1991), además de tener a clásicos nacionales de gran prosapia como “La Caravana”, “En Tienda y Trastienda”—ambos con Ausencio Cruz y Víctor Trujillo—“Sin Tornillos” y “El Güiri Güiri”—con Andrés Bustamante—y “Entre Amigos” con el poeta Alejandro Aura, quien además tenía un programa de entrevistas de nombre “En su Tinta” por el Canal 22, propiedad del Instituto Politécnico Nacional.
Respecto a la tele local, teníamos cuatro emisoras (Canal 7 de Imevisión/TV Azteca, Multimedios Estrellas de Oro en el Canal 12, Canal 2 de Televisa y Canal 28 del gobierno estatal), y cada una ofrecía contenido variado que sazonaban aquellos días: series como ”V”, “The Flash” (basada en el personaje de DC Comics y protagonizada por John Wesley-Shipp) y la venerada “Twin Peaks”; programas originales de gran longevidad que marcaron época en nuestra comunidad, tales como “Reportajes de Alvarado”—por Horacio Alvarado Ortíz y Eduardo Alvarado Ginesi, quienes recorrían el largo y ancho del Estado de Nuevo León—“Cocina con Teresita”—conducido por Teresa Sada, quien ofrecía recetas culinarias, similar a lo hecho por “Sal y Pimienta con Chepina Peralta” en TV nacional—mientras que “Aficionados”, “Mira qué Bonito”, “Orale Primo”, “Desvelados” y “El Show de Johnny Canales” fueron clave en la difusión de la música regional, el Tex Mex, la música Grupera y la Avanzada Regia dentro del rock alternativo local.
También, programas infantiles de gran vigencia y conducidos por íconos de la tele regia proliferaron en esta época: José Marroquín “Pipo”, Carlos Torres “El Profesor Pilocho”, Tomás Zúñiga “Tomy”, Lázaro Salazar, “Los Vips” (Raul Ramos y Maria Elena Guajardo), Jorge Emilio Ruíz “El Perro Rommel”, Humberto Javier Ruiz “Betín”, Juan José Castillo “Juan Pestañas” y Ricardo González “Cepillín”.
Fue entre 1992 y ’93 que empecé a obedecer a esas emociones que el deporte provoca. Ayudó muchísimo la constante difusión televisiva en México de múltiples disciplinas a nivel internacional y el atinado spotlight a las leyendas que los engalanaban. La miscelánea deportiva estaba al por mayor, y en cada canal había de todo como en botica. De igual forma, las voces que le dieron forma y fondo a esas imágenes contribuyeron de forma esencial para convertir en icónicas todas estas hazañas, consolidando esa cercanía entre el deporte y mi persona para siempre, siendo emisiones a nivel nacional como “Acción”, “Controvertido”, “En La Jugada”, “En Caliente”, “DeporTV” y “Los Protagonistas”, y regiomontanas como el tradicional “Futbol al Día”, las cápsulas de análisis futboleras de “El Juego del Hombre”, el cerebral “Oe Oe Oe Un Canto al Deporte”, el congruente “Todo Deporte”, el cáustico, irreverente pero absolutamente necesario “Fuera de Lugar”, y la mesa redonda de “La Peña Futbolística”, fueron en conjunto las asignaturas obligadas para graduarnos en el arte del análisis y consumo del deporte en general.
La cereza en el pastel se daba cada cuatro años cuando “Los Protagonistas” desmenuzaban los pormenores tanto del Mundial de Fútbol de la FIFA como de los Juegos Olímpicos. Este programa explosionó la figura de personajes como José Ramón Fernández, Andres Bustamente y Víctor Trujillo, haciendo una combinación sui géneris entre el análisis deportivo con bloques de comedia y entretenimiento que fueron tanto ágiles, audaces, memorables, inteligentes, amenos y divertidos.
El gusto por el cine vino por parte de mi madre, y durante una buena parte de los ochentas y noventas México recibía a los estrenos norteamericanos y de otros territorios con cerca de un año de diferencia. Ya sea yendo al cineplex—“Multicinemas” era en ese entonces la franquicia principal en mi región—rentando el VHS en el videoclub—siendo “Videocentro” la cadena más importante en el país—o a través de algún ciclo de cine en la tele local, éramos aficionados asiduos al séptimo arte.
Los canales 12 y 28 locales transmitían cine de arte por las noches, mientras que el canal 2 emitía cine mexicano entre los 40s y los 60s. El canal 7 nos ofrecía cine de culto americano, además de producciones nacionales de los años 70s, provenientes del catálogo de los Estudios “Churubusco-Azteca”. Por su parte, canal 5 retransmitía a las cintas definitivas dentro del mainstream hollywoodense, mientras que el canal 10 (2 nacional) hacía lo propio con el cine comercial mexicano de los 80s y 90s. Con el surgimiento del “nuevo cine mexicano” en los noventas, Televisa presentaba al público los éxitos de taquilla, mientras que Televisión Azteca llegó a transmitir ciertas cintas contemporáneas, pero de bajo perfil.
De esta manera, el México de aquella época tenía un abanico amplísimo para disfrutar contenidos televisivos en todos sus ángulos. Fue sin lugar a dudas una época de apertura y para todos los gustos, siendo una bonanza que se fue diluyendo en forma paulatina a medida que las cadenas de TV fueron modificando tanto a sus agendas, a sus contenidos e intereses comerciales.
A decir de los periodistas nacionales contemporáneos, el cambio de la “narrativa” que transforma (o trastorna) a la televisión mexicana de un medio difusor de la cultura a uno meramente comercial y de enajenación de su audiencia, surge tras una declaración impromptu del entonces presidente de Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Milmo (1930-1997) un 10 de febrero de 1993, y publicadas por Claudia Fernández en el periódico “El Financiero” el 10 de enero de 1994:
“MÉXICO ES UN PAÍS DE UNA CLASE MODESTA MUY JODIDA, QUE NO VA A SALIR DE JODIDA. PARA LA TELEVISIÓN ES UNA OBLIGACIÓN LLEVAR DIVERSIÓN A ESA GENTE Y SACARLA DE SU TRISTE REALIDAD Y DE SU FUTURO DIFÍCIL. LOS RICOS, COMO YO, NO SOMOS CLIENTES PORQUE LOS RICOS COMO YO NO COMPRAN NI MADRES. NUESTRO MERCADO EN ESTE PAÍS ES MUY CLARO: LA CLASE MEDIA POPULAR. LA CLASE EXQUISITA, MUY RESPETABLE, PUEDE LEER LIBROS O PROCESO PARA VER QUÉ DICEN DE TELEVISA […] ESTOS PUEDEN HACER MUCHAS COSAS QUE LOS DIVIERTAN, PERO LA CLASE MODESTA, QUE ES UNA CLASE FABULOSA Y DIGNA, NO TIENE OTRA MANERA DE VIVIR O DE TENER ACCESO A LA DISTRACCIÓN MÁS QUE LA TELEVISIÓN.”
Fue una década en medio de dos sexenios presidenciales que no volverán nunca, pero vale la pena aprender de ella y rescatar a sus matices, logros y ejemplos.