“FINAL ISSUES ALWAYS MAKE ME THINK ABOUT THE SERIES IN QUESTION’S PLACE IN COMICS HISTORY (OR LACK THEREOF)…”
— MATT SÉNECA.

Preacher #66, publicado en el año 2000, fue el primer tomo “final” que me tocó leer. Recuerdo que fue un trancazo porque con mi círculo de amistades nos reuníamos cada viernes en nuestra época de estudiantes a leer comics y hablar de ellos a fondo. Sin haber leído nada de este título me lancé a por él y no me arrepiento de habérmelo “spoileado”. Conocía la odisea que el escritor Garth Ennis trazó para Jesse Custer en este comic solamente por reputación, pero al leer este último tomo me dejó una impresión tan fuerte que lo sigo teniendo en muy alta estima.

Leer tomos finales tanto de series independientes como comerciales me han provocado muchas reacciones, desde tristeza (Gambit #24, Thunderbolts #75, Cable #96, Effigy #7, todos ellos cancelados por su editorial), desánimo (Morning Glories #50, de final abrupto y sin retorno aparente), alivio (Flash #225, que al día de hoy sigo pensando que Geoff Johns alargó de más su estancia en esta serie, a pesar de lograr un final adecuado), satisfacción (Starman #80 tiene un cierre magnífico y muy positivo), decepción (JSA #87 fue una oportunidad desperdiciada para despedir a este comic con dignidad), geeking out (con Daredevil #81 Brian Bendis se sale con la suya), una sonrisa (Y: The Last Man #60, Scott Pilgrim #6, Automatic Kafka #9), mal sabor de boca (lo que pasa en Batman Inc. #13 no era la manera de acabar un run histórico como el de Morrison), largas horas de reflexión (Watchmen, V for Vendetta, el Omega the Unknown por Lethem), y un hueco en el corazón (con la Trilogía de Earth X y la miniserie de The Winter Men).

El tomo final de The Invisibles de Morrison, con el arte celestial de Frank Quitely, recuperó esa aura de ingenio, atrevimiento, novedad y asombro que la serie había perdido en sus tomos previos a su conclusión. Warren Ellis coloca a The Authority y Planetary en un pedestal, y todos estamos de acuerdo en que NEXTWAVE nos dejó demasiado pronto.

La época de oro de los crossovers de superhéroes de Marvel (2004-2010) se recuerda continuamente por los impactantes finales que Mark Millar y Brian Bendis nos regalaron. Bombazos extraordinarios que involucraban a los lectores y los hacían parte de una gran saga que cobraba vida propia.

Hablando de la conclusión de “JSA” y “Flash”, vemos que es una tendencia que los autores permanezcan más tiempo del debido, y eso lo resienten las historias, quedando a deber completamente.

Ejemplos importantes como Avengers y New Avengers de Bendis, “Batman” y “Green Lantern” del propio Morrison y Johns respectivamente, y Captain America con Ed Brubaker, nos hablan de escritores Top Ten tan embebidos e identificados con estos personajes que las editoriales no les permiten finalizar su estela de éxito de la forma correcta y bajo sus propios términos, ya sea por cuestiones comerciales, proyectos multimedia ligados a estas franquicias o simplemente por la vanidad del autor al apropiarse o “hacer suyo” a estos títulos durante un largo tiempo, y prefieren mantenerse en ellos hasta llegar al hartazgo, sin darse cuenta de que la calidad de su trabajo se diluye poco a poco.

Comics dejados a medias como Big Numbers y Miracleman resaltan más por las leyendas urbanas alrededor de ellas que por su calidad inherente en su guión y arte, y esto es una pena puesto que eso les impide alcanzar un estatus más alto.

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