Fast Company | Canadá, 1979
Dirigida por David Cronenberg
Libreto cinematográfico por David Cronenberg, Phil Savath y Courtney Smith; basado en una historia por Alan Treen
Reparto: William Smith, Claudia Jennings, John Saxon, Nicholas Campbell, Don Francks, Cedric Smith y Judy Foster
Cinematografía por Mark Irwin
Musicalización por Fred Mollin
Edición por Ronald Sanders
Producida por Michael Lebowitz, Peter O’Brian, Phil Savath y Courtney Smith
Distribuida por Admit One Presentations y Danton Films
Siendo un fan del deporte motor desde hace tiempo, Fast Company es una cinta sumamente entretenida e interesante a título personal. Previamente la había descrito como una exploración benigna, caprichosa e indulgente para su realizador, el canadiense David Cronenberg, pero qué importa. Los grandes artistas tienen derecho a salirse con la suya y a crear obras que los satisfagan. En palabras del legendario autor Kurt Vonnegut, “…write to please just one person. If you open a window and make love to the world, so to speak, your story will get pneumonia.”
Sin embargo, Fast Company está muy lejos de contraer enfermedad alguna y caer en cuarentena perpetua, alejada de una potencial audiencia. A pesar de ser film con un plot 100% convencional, su director toma decisiones como storyteller que eliminan toda pretensión y la vuelven atrayente. Sin suscribirse al cinéma vérité, Cronenberg se toma su tiempo para retratar a la pista de carreras, a los participantes y sus reacciones con gran sentido de playfulness en donde se respira una gran diversión y catarsis, siendo muy inteligente para reemplazar reverencia con un agudo entendimiento del automovilismo como un fenómeno social que afecta a quienes lo rodean (para bien o para mal) y que como fuente de inspiración narrativa puede ser usado para crear relatos de gran carga emocional, esparcimiento y dramatismo.
Esta cinta precede a los esfuerzos de un Days of Thunder de Tony Scott (1990), la cual sin duda es el epítome del sports car film a nivel estilístico y su relación intrínseca con el género masculino. Cronenberg, al igual que en todo su oeuvre, apuesta más por el análisis interno, de cómo la audiencia a este tipo de eventos los atestigua con fascinación, siendo naturalista y contemplativo a la vez.
En términos generales se logra entregar un producto de calidad y de importante capacidad evocativa, en la cual la canción homónima de Fast Company – letra de Larry Mollin, acordes de Fred Mollin y voz de Michael Stanley – cobra vida para confeccionar las atmósferas que rodean a aquellos quienes dedican su vida con total devoción al mundo de la velocidad:
Remember where you come from, remember who you are
Be careful what you say, be careful who you trust
This world is beautiful, this world is dangerous
Looking up the road ahead, you can’t see very far
Talk to me and help me try to remember
How it feels to be so in doubt
Turn to me and help me try to remember
That raging fire that the years put out
El ensamble de actores encabezado por William Smith, Nicholas Campbell, Don Francks y Cedric Smith encarna a la perfección a esa gente que ama al motor y a las cuatro ruedas, en donde John Saxon, en un estupendo papel antagónico, ofrece verdades absolutas acerca del eterno conflicto entre el corporativismo en curso de colisión con los principios de la mentalidad lúdica y competitiva que forman la esencia del automovilismo y de los deportes en general, en el cual la complacencia de un negocio con éxito se olvida de nutrir las aspiraciones de los ídolos actuales y futuros por sobresalir en todo momento.
El principal yerro de la cinta se da en su recta final, donde aparece una casi irrisoria, innecesaria, confusa y explosiva secuencia de acción que deja un cabo suelto y produce un hueco en la trama de forma notoria, y que sin duda representa un compromiso del autor por complacer a inversionistas y público meta.
Siendo una rareza en la filmografía de David Cronenberg, Fast Company es una excelente y sentida Love Letter que presenta al auto como un organismo viviente, un subproducto de la inspiración y extensión del propio espíritu humano, y que intrínsecamente están vinculados irremediablemente. Esta película se une a otra incomprendida obra de su autoría y que en retrospectiva se convierte en su hermano gemelo malvado: la subversiva, peligrosa, seductora y erótica Crash (1996), la cual analiza bajo matices más siniestros esa sinergia entre el automóvil y el ser humano. Ambas realizaciones polarizan de forma interesante estos approaches, complementándose una con otra sin lugar a dudas.
Now it’s alright to have some fun
This is your turn, your life has just begun
You’re racing out the door, don’t have very much to say
Your motor’s running hot, you can’t wait to get away