GoldenEye

Una síntesis perfecta de los temas clave que han vuelto inmortal al espía 007, y la ansiada resurrección que lo rescata de un letargo casi interminable.

GoldenEye | Reino Unido, 1995
Dirigida por Martin Campbell
Libreto cinematográfico por Michael France, Jeffrey Caine, Kevin Wade y Bruce Feirstein, basado en una historia escrita por Michael France
Reparto: Pierce Brosnan, Sean Bean, Izabella Scorupco, Famke Janssen, Judi Dench, Alan Cumming, Joe Don Baker, Robbie Coltrane y Gottfried John
Cinematografía por Phil Meheux
Musicalización por Éric Serra
Tema original por Bono y The Edge; interpretado por Tina Turner
Edición por Terry Rawlings
Producida por Albert R. Broccoli, Michael G. Wilson y Barbara Broccoli
Distribuida por United Artists

Martin Campbell ha llevado una carrera cinematográfica con altas y bajas. Sin embargo, al hablar de James Bond en el cine, su nombre y trabajo es mención obligada.

Con GoldenEye, de 1995, y Casino Royale en 2006, Campbell ofrece a dos generaciones de cinéfilos dos productos de altísima calidad y entretenimiento asegurado. Dos cintas que en sus manos elevan a alturas insospechadas dos libretos cinematográficos que tienen la gran responsabilidad de relanzar una franquicia cuyo contenido repleto de intriga, acción de alto octanaje, picardía, inuendo, caracterización e introspección es venerada por fanáticos de todas las edades.

Hands down, From Russia with Love is the BEST Bond film. Ever. Pero GoldenEye le sigue de cerca…

Y le sigue de cerca porque su material es tan vasto y tan emocionante, lleno de giros en la trama, experiencias y momentos de desarrollo de personajes muy importantes. Es en esta aventura donde por vez primera se analiza de cerca e incisivamente el papel de James Bond en su mundo de ficción. Incluso en las entregas de la saga protagonizadas por Sean Connery todo el contexto histórico a través del cual se desarrollan sus misiones pasa a segundo plano para ser mesmerizados por las imágenes y situaciones por las que se tiene que abrir paso. El carisma de Connery y el peligro tan novedoso que se presenta para la audiencia supera sobremanera a los eventos que le dan forma a sus travesías a lo largo del mundo.

GoldenEye, por su parte, introduce un character arc donde se establece y reafirma ante el público la relevancia de este súper espía como un ícono del cine. Si bien los largometrajes previos estelarizados por Timothy Dalton (The Living Daylights, Licence to Kill) reflejan un apego notable a la naturaleza emocional básica del personaje creado por Ian Fleming, el Bond encarnado por Pierce Brosnan es completamente distinto, con un entendimiento claro de su posición en un mundo cuyas fronteras empiezan a abrirse y lo que se requiere para sobrevivir dentro de él. Distante y reflexivo cuando se necesita, pero con convicción y pasión en los momentos importantes, el impacto de Brosnan es inmediato.

A pesar de que GoldenEye respeta la esencia narrativa de la saga (con dosis esparcidas de comedia sexual y humor disparatado que en ningún momento van en detrimento de su calidad como producto final), ésta vez se presenta un insight importante a través de los ojos de las mujeres de Bond, cuya figura pasaba anteriormente a segundo plano. La transición otorgada por Judy Dench al personaje de M (un rol hasta ese momento 100% masculino) es uno de sus puntos finos, donde su ya legendaria frase donde cataloga a Bond como “a sexist, misogynist dinosaur, a relic of the Cold War” agrega capas de interpretación muy profundas y que de igual forma establece esta apertura del mundo a situaciones en las cuales Bond parecería no encajar jamás, siendo un personaje fílmico concebido como un macho alfa en una zona de confort basada en el sexo y la violencia. Esta misma apertura se le brinda, aunque en menor medida, al personaje de Natalya Simonova (Izabella Scorupco), cuya renuencia a abandonar su humanidad tras sucesos traumáticos y de gran crueldad a lo largo de la película le dan una posición envidiable para juzgar con derecho a Bond, ofreciendo al público más contenido dramático a diseccionar.

Otro punto importante dentro de GoldenEye es que también es una historia basada en el pasado y de cómo ese pasado debe ser dejado atrás por el protagonista. La misión de Bond de detener la vendetta de Alec Trevelyan (Sean Bean) implica también para él la posibilidad de abandonar a un mundo paranoico y de intriga internacional, donde el resentimiento causado por las acciones de generaciones previas definen un camino de odio y sacrificio de nuestros sueños. No cabe duda que las mejores cintas de Bond son aquellas donde los villanos forman un contrapunto de interés, y en el caso de Trevelyan se logra de forma efectiva.

También el rol de Famke Janssen como la sádica Xenia Onatopp se posiciona en lo más alto de todas las femme fatales que han engalanado a cada entrega de esta serie (aunque el sitio de privilegio lo tiene aún la inolvidable Lotte Lenya como la despiadada Rosa Klebb en From Russia…), combinando elementos de carácter psicosexual y ultraviolencia que representa un reto muy ingenioso y una versión torcida del propio Bond.

Este film logra adelantos importantes en efectos visuales, aunque lamentablemente el paso del tiempo les ha cobrado factura, perdiendo su punch considerablemente. Esta realización sale muy bien librada con stunts impresionantes y definitivos dentro de las películas de Bond. Desafortunadamente, la posterior evolución de la franquicia con Brosnan en el protagónico más que seguir este estándar fue basándose más y más en el exceso.

Otro de los puntos fuertes es su estructura narrativa, la cual presenta en su primera mitad un setup grandioso (incluyendo una de las escenas de acción más espectaculares que se han filmado dentro del cine), definiendo claramente los traumas que perseguirán a Bond a lo largo de este relato, pasando por una demostración muy efectiva del coolness que proyecta el personaje, incluyendo además un sentido desarrollo a la personalidad de Natalya, la cual ninguna otra cinta dentro de la saga había logrado potenciar para una Chica Bond. Posteriormente, se deconstruye el mito de Bond para posicionarlo en el incierto umbral del siglo XXI, cercano a la globalización y dominio de la mentalidad capitalista tras el derrumbe del bloque comunista europeo, donde longevas organizaciones gubernamentales de ultraespionaje son reemplazadas por cárteles criminales sin escrúpulos cuyas agendas más ambiciosas incluyen tomar al mundo como rehén en base a los avances de la tecnología en la moderna sociedad de consumo.

No podríamos dejar de mencionar el opening que acompaña a la película (una extraordinaria tradición que inició desde su segundo film, From Russia with Love, en 1963), y cuya estética visual refuerza esta idea de un planeta Tierra en transición socio-política, pero igualmente peligroso y mortífero para Bond. La inolvidable letra del tema “GoldenEye” bajo la voz de Tina Turner nos trae a la mente la temática del odio enconado y una meticulosa venganza que se teje desde las sombras, y que amenaza al súper espía en todo momento, con acordes selectos que evocan a la legendaria música que ha acompañado a esta serie, y que le han impreso un sello característico de emoción y suspenso propios de su género.

Más que una descarga de electroshock, GoldenEye es la entrega fílmica que justifica a la audiencia contemporánea la necesidad de contar con una franquicia de la importancia y lustre como la de James Bond. Esta cinta demuestra la intención de reinventarse a sí misma – destilando sutilmente mas no explotando ad nauseum sus fórmulas — y adaptar a su personaje con el fin de ofrecer entretenimiento acorde a la actualidad mundial, siendo éste el esfuerzo actoral más sobresaliente de Pierce Brosnan en sus 7 años de interpretar al espía de ficción más famoso del mundo.

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