El comic tricolor

Orígenes secretos, historia y anécdotas sobre los comics en México.

El hobby de los comics es tanto un ritual como una experiencia de autodescubrimiento: ya sean tomos fuera de impresión, ediciones de colección y especiales; las portadas variantes, comics vintage, tomos recopilatorios, novelas gráficas y tomos atrasados (llamados también back issues); o bien los que se publican en la actualidad, sin hacer distinción si son mainstream, independientes, alternativos o auto-publicados. Me inicié en el mundo de los comics a la edad de los 7 años, cuando en compañía de mis padres pasábamos cerca de cualquier puesto de revistas, devorando de tapa a tapa a cualquier comic que llegara a mis manos. Mis sitios predilectos en aquellos años siempre fueron “Publicaciones Mac”—perteneciente a la empresa Corporación Editorial Mac, y dedicada a la venta al menudeo de periódicos y revistas—y “La Posta”, un expendio independiente y el cual todavía continúa operando. En su interior conocí por vez primera a los spinner racks, aunque por aquel entonces no compraba comics en idioma inglés.

La Posta y Publicaciones Mac, vistos a través de Google Earth.

A temprana edad, los comics que me compraban mis padres eran ediciones de licencia, tales como POPEYE EL MARINO, LA PANTERA ROSA y EL PAJARO LOCO (Woody Woodpecker), todos en el formato de media carta y publicados por Grupo Editorial Vid, una empresa que se mantuvo durante 6 décadas como la casa editora de comics por excelencia en México. Durante esos años llegué a disfrutar muchísimo de las historias de Popeye peleando contra Brutus y la Bruja del Mar; el Inspector Clouseau era un backup feature en las últimas páginas de LA PANTERA ROSA, y sus pesquisas llegaban a ser más interesantes que la historia principal. Incluso llegue a leer comics de los MUPPET BABIES, quienes con su increíble imaginación se metían en problemas antes de la hora de comer, así como también la serie de acción militar de GI-JOE (ambos títulos publicados originalmente por Marvel, y editados al idioma español por Vid). En ciertos momentos llegué también a adquirir comics de DISNEY y ARCHIE. El personaje de “Batipato” y su alter ego “Copete” (“Red Bat” y “Fethry Duck” en los comics norteamericanos) fueron mi primera exposición al genero de superhéroes. Tiempo después, Mac trajo a México comics de LAS TORTUGAS NINJA y THUNDERCATS—historias originales e ilustradas por artistas mexicanos como Manuel Conde, Víctor Guiza, Iris Noguera, entre otros.

GI-JOE

El llamado “Suplemento Dominical” del periódico El Norte—cuyo tiraje se distribuye por la región norte-noreste del país—fue mi primer acercamiento al formato de la tira cómica. Series como GARFIELD, CALVIN & HOBBES, EDUCANDO A PAPÁ (Bringing Up Father), PERIQUITA (Nancy), PRINCE VALIANT, MAFALDA, MANDRAKE y THE PHANTOM completaban mi lectura de comics semanal. Con mayor edad, el cartón humorístico y político de Paco Calderón y José “Trino” Camacho fueron mi primera exposición al arte gráfico usado más allá del contenido infantil. En aquellos días también leía comics como CONDORITO, bajo la pluma y arte del autor chileno René Ríos Boettiger, mejor conocido como “Pepo”. Eran historias subidas de tono, con un humor picaresco, aunque inofensivo, que se basaban mucho en la comedia visual, en donde el mítico punchline de “plop” marcaba el final de las mismas.

Capulina

Comediantes legendarios como Gaspar Henaine “Capulina”, Xavier López “Chabelo”, Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” y Mario Moreno “Cantinflas” acaparaban a los medios audiovisuales populares de la época. Series semanales como LAS AVENTURAS DE CAPULINA (1960-1990), LA FAMILIA BURRÓN (1948-2009) y MEMÍN PINGUÍN (1943-2016) fueron el epitome del llamado “humorismo blanco” que permeaba en la sociedad mexicana de la post-guerra. Historietas como EL LIBRO SEMANAL y EL LIBRO VAQUERO, en formato digest a media carta, eran la alternativa a contenidos adultos (crimen y castigo, policíaco, western, romance), y cruzando en definitiva la línea entre lo picante y lo vulgar. Cabe decir que nunca tuve la oportunidad de leer comics nacionales de los 60s y 70s como SUPERMACHOS, FANTOMAS, LOS SUPERSABIOS, KALIMAN, EL PANTERA y CHANOC. Cuando conocí a Kalimán, fue alrededor del año 2000 en un tomo único de papel periódico y tinta color sepia de buen gramaje, que reeditaba a su historia de origen, y el cual ya no poseo más (recuadro, abajo).

Kalimán

Un parteaguas dentro del arte secuencial mexicano fue sin duda la publicación de KARMATRÓN Y LOS TRANSFORMABLES de Oscar Gonzalez Loyo, quien entre 1986 a 2002 entregó una de las sagas de comics más importantes (aunque quedó inconclusa, se publicaron poco más de 300 tomos). Con una mezcla entre fantasía oscura, la ciencia ficción, las artes marciales y el género mecha japonés, Karmatrón marcó un hito irrepetible para nuestra generación, y por mucho fue el mejor comic mexicano de todos. En 1988 surgió un comic de antología humorística de nombre VIDEORISA, publicado por Arjoma Comics. Creado por Jesús Morales García “Moraliux”, Videorisa parodiaba a las películas blockbuster norteamericanas de la época, con un arte caricaturesco muy expresivo, cargados de comedia de situación, humor escatológico y situaciones adultas que como un todo creaban un producto único y sumamente divertido.

Karmatrón

Sin lugar a dudas, el referente inmediato para el público mexicano dentro del superhero comic siempre ha sido “El Asombroso Hombre Araña”, propiedad de Marvel Comics. La larga vida y vigencia de este personaje nos ayuda a trazar una línea de tiempo muy evidente para el comic en México. Spider-Man es historia viva en las publicaciones nacionales, siendo editado de manera ininterrumpida por numerosas empresas tales como Editorial La Prensa (1963-1973), Editorial OEPISA (1974-1979), Novedades Editores (1980-1994), Editorial Vid (1994-1995), Marvel México (1995-1998), nuevamente por Editorial Vid (1998-2005) y en la actualidad por Editorial Televisa (desde 2005), bajo el sello SMASH (a partir de 2012). La aparición en México de personajes como “Superman” y “Batman” nos ayudan a completar el paso histórico del comic norteamericano en nuestro país. En el caso de su publicadora, DC Comics, se abrió paso en territorio azteca a través de reimpresiones por parte de Ediciones Recreativas/Editorial Novaro (1952-1985), Grupo Editorial Vid (1986-2011) y Editorial Televisa/SMASH a partir de 2012.

La televisión siempre ha sido el gateway por excelencia para el comic en México: el éxito inusitado de X-Men Adventures (1992-1997) y Batman: The Animated Series (1992-1995) demostraron la viabilidad de la adaptación multimedia del comic, y dicha promesa quedó cimentada con otros proyectos de calidad similar y que tuvieron una amplia longevidad. La barra de televisión infantil se engalanó con excelentes series tales como Superman: The Animated Series (1996-2000), The New Batman Adventures (1997-1999), The New Batman/Superman Adventures (1997-2000) y Spider-Man (1994-1998). Quizás para el mercado norteamericano estos programas no marcaron diferencias en cuanto a ventas y captación de audiencia, pero para México forjaron a una base de aficionados realmente considerable que los enganchó a las ediciones impresas de manera inmediata.

“BOBOCOP”, mi Videorisa favorito.

El boom de los comics en México daba comienzo: en 1993, Editorial Vid publicó LA CAÍDA DEL MURCIÉLAGO (cuando Batman queda parapléjico) y LA MUERTE DE SUPERMAN (en batalla encarnizada contra el villano Doomsday), siendo ambas historias publicitadas por la televisión, algo insólito para la época. Irónicamente, me ha tocado conocer a personas que dejaron de leer comics cuando Superman resucitó y Batman volvió a caminar, LOL.

La marca refresquera Pepsi trajo a México una colección de tarjetas coleccionables con los personajes de Marvel Comics. Las célebres PEPSI CARDS (manufacturadas por la compañía Fleer en 1994) son al día de hoy un objecto de colección todavía muy cotizado.

Con el subtítulo de “Batman Presenta” y “Superman Presenta”, Vid se las ingeniaba para traer al idioma español a ediciones especiales en formatos de prestigio. Las mejores de aquella época fueron sin duda BATMAN VS. DEPREDADOR y CROSSOVER CLASSICS: SUPERMAN VS. THE AMAZING SPIDER-MAN/BATMAN VS. THE INCREDIBLE HULK (ambas con fecha del 28 de enero de 1994); además de KINGDOM COME (septiembre-diciembre de 1997) y también BATMAN: LA BROMA MORTAL (del 10 de enero de 1997). Este último comic fue mi primer contacto con la obra del afamado escritor británico Alan Moore, y en principio mi opinión de ella no pasaba de ser una buena historia de Batman vs. Joker y con un bonito arte (antes de saber quiénes eran ALAN MOORE y el ilustrador BRIAN BOLLAND). Las contrastantes atmósferas sombrías y sus centelleantes texturas day-glo (por cortesía del colorista John Higgins) daban forma y fondo a una dramatización determinista al origen del mercurial Joker. El breve atisbo a los pezones de Barbara Gordon (algo completamente subido de tono, morboso incluso, aunque justificado) fueron los aspectos más interesantes para una entonces (y todavía, quiero creer) mente impresionable como la mía.

La imagen en cuestión, en versión original.

Al día de hoy no ha perdido su impacto. Personalmente, “La Broma Mortal” (The Killing Joke en su idioma original) fue el primer intento de plasmar al terror psicológico de vanguardia en un comic comercial.

En el caso de los Hombres X, me convertí en fan de hueso colorado de estos personajes y de sus peripecias gracias a la publicación en el mercado de X-MEN FLIPBOOK (Marvel México, 74 tomos entre 1995 y 1998), la cual reeditó al idioma español las series originales de “X-Men” (vol. 2, a partir del #1) y “Uncanny X-Men” (vol. 1, a partir del tomo #281), así como también los primeros 2 años del comic “X-Force”. Editada por Mariano Nicieza—hermano de Fabián Nicieza, célebre autor del propio X-Men y muchas otras series de Marvel durante la década de los noventa—este comic consolidó en definitiva al género de superhéroes en mi país. Ayudó muchísimo el arte en interiores de artistas tales como Jim Lee, Whilce Portacio, Greg Capullo, Jae Lee y Rob Liefeld, cuya acción estilizada y amplio dinamismo sobre la página maravilló a toda una generación (¿quién no aprendió a dibujar calcando a los trazos de Jim Lee?). X-Men Flipbook #26 y 27 fue mi introducción al trabajo de Fabián Nicieza en este título, y en mi cabeza no hubo una mejor etapa que la suya (del ’92 al ’95 en las ediciones norteamericanas); sus guiones para el crossover de FATAL ATTRACTIONS (reeditado por Editorial Vid en diciembre de 1995) fueron el punto más alto que alcanzaron los Hombres X en dicho ciclo. Estaba enganchado a su narrativa que combinaba misterios a cuenta gotas y desarrollo argumental a largo plazo, a la par de un efectivo melodrama entre los protagonistas.

“La Raíz Idiota”, original de Alan Grant y Norm Breyfogle, es mi historia favorita de Batman en español. Publicada por Editorial Vid en “Batman” Año VIII Num. 210-213, enero a marzo de 1996.

Dentro de aquel período recuerdo con gran aprecio al tomo recopilatorio de GRANDES BATALLAS DE LOS X-MEN, publicado por Vid en un ya lejano 31 de junio del ’95, y que nos presentó aventuras selectas de estos superhéroes en diversas épocas, todas ellas siendo auténticos comics de autor: Roy Thomas y Neal Adams en los 60s; pasando por la legendaria etapa de Chris Claremont y John Byrne del ‘77 al ’81; y el espectacular, expresivo y explosivo arte noventero del súper estelar Jim Lee. Vid editó en ese mismo año la legendaria miniserie de WOLVERINE (por Claremont y Frank Miller), en donde el mutante más famoso de todos llega a Japón para vivir la que quizás sea su aventura definitiva. WEAPON X (“Arma X”, por Barry Windsor-Smith) vio la luz de igual forma en ese mismo año en los puestos de revistas nacionales, cerrando un círculo de grandes epopeyas. Probablemente para muchos lectores un título como FANTASTIC FOUR FLIPBOOK fuese un experimento fallido, el cual quedó inconcluso tras menos de 2 años de publicaciones. Para mí significó la oportunidad de conocer al amplísimo arte de Walter Simonson: minimalista e híperdetallado a la vez; capaz de contener a lo cotidiano, a la tecnología de punta, a las hecatombes, marabuntas y galaxias; a la pirotecnia multicolor y al espacio negativo; a la entropía, al Big Bang y al apocalipsis dentro de cada pánel, siendo todo esto un espectáculo imperdible.

X-Men Flip-book, Crossover Classics, Grandes Batallas de los X-Men y Batman vs. Depredador.

Es curioso que los lectores mexicanos de mi época se volvieron fans incondicionales del Hombre Araña cuando el comic se encontraba en su peor momento—a pesar de contar con el siempre dinámico arte de Mark Bagley. En los Estados Unidos, los comics de Spider-Man tuvieron un slump creativo sin precedentes, y que coincidió con la decepcionante “Maximum Carnage” y el rechazo generalizado de la vieja guardia hacia la ya infame “Saga del Clón”; una historia larguísima que pretendía reemplazar al protagonista (el buen Peter Parker) con una versión más joven—el todavía controversial Ben Reilly—a manera de atraer a la masa de lectores entre niños y adolescentes (al día de hoy una misión casi imposible). Como consecuencia, esta franquicia veía reducido su número de títulos mensuales de cuatro a dos por primera vez en treinta años (!). Podríamos decir que el laberíntico argumento detrás de Spidey y los Clones, repletos de teorías de conspiración con villanos enigmáticos y coloridos, capturaron a la imaginación de muchos; y el hecho de que Peter Parker y su amada Mary Jane tenían serios problemas conyugales forjaron un combo narrativo que nos tenía atrapados. En el lapso entre 1995 y ‘96, la licencia de publicación pasó de Editorial Vid a Marvel México, presentándose un curioso hueco entre arcos argumentales que nunca se lograron editar en su totalidad, siendo una razón importante para alejar (y traumar) a toda una generación, que quedó en vilo y sin saber el destino final de Spidey y sus predicamentos.

Batman #1 (Editorial Vid, 1987).

Tras el cese de operaciones de Marvel México en 1998, Vid retomó la licencia y presentó por vez primera al magno crossover de ONSLAUGHT, y posteriormente AGE OF APOCALYPSE y HEROES REBORN. Se podría decir que el momento cumbre de Vid ocurrió con la publicación en nuestro país de THE DARK KNIGHT RETURNS en 1997 (por Frank Miller, Klaus Janson y Lynn Varley) y DAREDEVIL: BORN AGAIN (por Miller, David Mazzucchelli y Christie Scheele) en 1999. Las ediciones posteriores a ese lapso sufrirían bastante para mantenerse a flote en cuanto a ventas y preferencias del público lector, siendo muy pocas las series que llegaron a concluir su ciclo narrativo en idioma español.

En términos generales, el ámbito de los comics en territorio nacional estaba orientado claramente sobre el género de superhéroes, y la posibilidad de una “contracultura” que compitiera con estos “grandes hits” se gestaba solamente en la Ciudad de México. En la capital de nuestro país se podían conseguir comics de otros países, ya sea a través de importaciones, contrabando, o por la cadena detallista COMICASTLE (FANTÁSTICO a partir de 2009), y la cual hasta principios del nuevo siglo solo tenía sucursales en su área metropolitana.

Wolverine

La existencia de convenciones tales como La Mole, La Conque y la MeCyf, y antologías como Gallito Inglés, consolidaron a la escena del comic nacional en mi época adolescente. La llegada a México del título de Spawn en 1997, y la visita de su creador Todd McFarlane a la MeCyf un año después, siguen siendo hitos importantísimos. En el caso de nuestra natal Monterrey, comics de tiraje reducido como Valiants y Ultra Pato (Edgar Delgado), B-Squad (Francisco Ruiz Velasco, Raúl Treviño) y El Cerdotado (Polo Jasso) se convirtieron en series de culto que al día de hoy gozan de una excelente estima, y fueron influencia permanente para un sinnúmero de artistas y guionistas en el ámbito local que tomaron su estafeta—aunque bajo un éxito y reconocimiento tristemente reducido. Las convenciones de comics, juegos de mesa y animación son toda una tradición que lleva un par de décadas en nuestra ciudad, pero su énfasis en el mercantilismo y la nula promoción y difusión cultural del entretenimiento alternativo las convierten en un affair bastante tedioso y nada recomendable.

El Complot Mongol: publicado originalmente en el año 2000, no vería su conclusión sino hasta 2017.

El boom provocado por el anime japonés en televisión nacional (Sailor Moon, Ranma 1/2, Captain Tsubasa, Magic Knight Rayearth, Saint Seiya, Card Captor Sakura y Dragon Ball, por nombrar algunos), le dio la oportunidad a la audiencia mexicana de leer manga en español. Durante poco más de una década (1997-2011), una pléyade de títulos copó los stands mes con mes, con contenidos tanto para adolescentes y adultos. La curva de aprendizaje de las editoriales en aquellos días fue notable, con diversos mangas siendo publicados en distintos formatos, tales como el comic al estilo americano y japonés, el flipbook, digest y tankōbon.

El manga de Magic Knight Rayearth apareció en México en un inicio con Editorial Toukan en 1997 (en presentación de comic americano y a color), y posteriormente con Vid en 1999 en la revista Mixx Zine (flipbook a color).

Por el mercado mexicano desfilaron tanto bestsellers, garbanzos de a libra y series líderes de pérdida, llegando a un punto en donde casi medio centenar de títulos compartieron los stands, en competencia directa en las preferencias y poder adquisitivo de los fans. Dicha canibalización supuso una tónica de “prueba-y-error” que poco a poco marcó el fin de estas publicaciones, en su mayoría editadas por Toukan y Editorial Vid. El arribo de la editora multinacional Panini a nuestro país en 2013 supuso un renacimiento y consolidación.

A medida que uno crece dentro del mundo de los comics, se refinan los gustos y se dejan atrás ciertos contenidos para explorar otro tipo de experiencias, autores, artistas y narrativas. Pero es importante admitir que el comic en México sigue sin legitimarse como corriente literaria, y padece de males endémicos muy pronunciados: la imposibilidad de que publicaciones de corte independiente pudiesen florecer, ya sea por choques de egos, problemas a nivel editorial o de distribución, además de los estereotipos y la “infantilización” de los contenidos a ojos del público en general, se convirtieron paulatinamente en una muralla infranqueable. Todas estas razones provocaron el estancamiento definitivo de la industria local. El salto cualitativo de obras como Operación Bolívar (Edgar Clément, Gallito Comix, 1993), El Complot Mongol (Crosthwaite/Pélaez, Editorial Vid/Taller del Perro, 2000) y el Sensacional de Chilangos (Taller del Perro, 2000), solo se conocieron por reputación, y sin la existencia de una adecuada promoción y una edición permanente en los stands no pudieron alcanzar a una audiencia mayor. En el caso del “Complot”, se terminó de publicar en su totalidad hasta el 2017, tras sufrir retrasos considerables y de índole administrativo. La cancelación de comics de autor como The Authority y Planetary (por parte de Editorial Vid en el año 2001) le cerró la puerta en definitiva a material contracorriente. A título personal, el impacto fue devastador.

Podría decirse que, en nuestro país, la época del comic de gran tiraje y con presencia constante se limitó a un solo género y a pocos garbanzos de a libra, condenando al llamado Noveno Arte a deambular para siempre por umbrales llenos de una constante implosión dramática de su mercado, transformándose así en una subcultura insular sin puntos de entrada y llena de gatekeeping—y quizás mucho más pronunciado que en los Estados Unidos. El lector mexicano promedio fue atrapado irremediablemente en un ghetto nada halagador de estigma social. Y no se diga del ilustrador freelancer, el cual se encuentra hasta el día de hoy completamente desprotegido y con pocas alternativas para conducir su carrera.

“Saga”, publicado al idioma español por Editorial Kamite, 2014.

Tras la segunda década del siglo XXI, el comiquero azteca salió adelante de este marasmo—este punto es debatible, cabe aclarar; otros podrían decir que se trata de una moda pasajera y sin sustento para prolongarse y prosperar en el tiempo—al aferrarse fuertemente a una ola de resurgencia cultural y provocada por diversos factores: el comic on film; la explosión de la animación por computadora y el arte digital; la democratización de los géneros literarios; la popularización de la novela gráfica y los formatos autocontenidos; la proliferación de las redes sociales, el print-on-demand y las tiendas en línea; la auto-publicación y los sellos editoriales especializados en el arte secuencial. Al día de hoy, la importación constante del manga japonés y los comics independientes de temática variada sirven como contrapunto al producto corporativo de Marvel y DC publicado por SMASH. Quedó demostrado que el comic siempre se levanta de la lona, y cuando menos lo esperas.

Probablemente sigan habiendo excépticos que vean a todo esto como un estado transitorio, y quizás tengan algo de razón, ya que los problemas fundamentales de la industria persisten todavía. Se sigue en la espera de una nueva escena del comic 100% mexicano, con estructuras de poca complejidad que apoyen al pool de talento disponible en el mercado laboral, lejos del refrito constante y con la creatividad suficiente para darle un giro de tuerca a sus influencias. No tengo duda de que algún día así será.

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