Este tweet es oro molido:

La imagen en cuestión sirvió como fotoreferencia para uno de los comics más importantes en los últimos 20 años en el mundo comercial.

Fue en 1998 cuando el título de tiraje mensual “Daredevil” regresa bajo un segundo volumen, y a cargo de un equipo creativo que a la larga no solamente fue histórico sino que también fueron los pioneros para una revolución narrativa sin precedentes dentro del mainstream: Kevin Smith (guión), Joe Quesada (trazos) y Jimmy Palmiotti (tintas).

Smith—el realizador detrás de cintas de culto como Clerks, Mallrats, Chasing Amy y Dogma—bajo una prosa reflexiva, evocativa, casual, brutal y honesta, comanda a una historia que no solamente se coloca en el olimpo de los relatos definitivos del personaje, sino que le dio credibilidad a un proyecto editorial muy arriesgado para una compañía como Marvel, cuyas finanzas iban en caída libre.

Ese proyecto, a cargo de Quesada y Palmiotti, se llamó Marvel Knights.

Ambos artistas, propietarios de la publicadora Event Comics, fueron subcontratados por Marvel en 1997 para que se dieran a la tarea de renovar a varios títulos que languidecían en ventas o cuyos personajes estaban en el olvido.

Y el resto, como dicen, es historia.

El 20 aniversario de Marvel Knights ha pasado completamente desapercibido por el fandom durante el último tramo de 2018 e inicios de 2019. Fue verdaderamente una pena y creo que hay varias razones para este desdén.

En principio, el cinismo que se transpira en las redes sociales, en donde la figura de Joe Quesada—ahora ex-Editor en Jefe de Marvel Comics—ha perdido lustre, respeto y relevancia en tiempo reciente, a pesar de haber sido el guía que llevó a la empresa a un renacimiento creativo. Sus últimas intervenciones en Twitter, en claro piloto automático y tomando partido de la compañía a la que levantó de la bancarrota dos décadas atrás, lo ponen contra las cuerdas y en curso de colisión no solamente contra los infames “trolls” de Internet, sino también contra aquellos detractores del mainstream quienes todavía le recuerdan a la Marvel el trato indigno que se le ha dado históricamente a leyendas tales como Jack Kirby, Steve Ditko y muchos más. Un proverbial Pecado Original.

Segundo, porque Marvel Knights como marca ha quedado obsoleta una vez que la publicadora goza de una salud narrativa, económica y comercial que es rebozante, y más aun siendo ahora parte de Disney. En la época que nos tocó vivir, un comic bajo el sello “Marvel Knights” era sinónimo de calidad, un imprint que no solamente le dio una presencia inusitada a la compañía, sino un ejemplo de cómo imponer un estándar en la creación y publicación de comics dentro del género de superhéroes.

La sapiencia de Joe Quesada y Jimmy Palmiotti los colocó en una posición envidiable dentro de las altas esferas de esta casa editora: una especie de híbrido que fue un lazo fuerte entre los artistas y autores freelancer que despuntaban en la parte final de los 90s, y ambos poseedores de un buen ojo comercial, editorial y publirrelacionista para encaminar a los proyectos narrativos, posicionando a la compañía hacia una visión de prosperidad económica. Marvel Knights fue la punta de lanza para cosas más importantes en los años siguientes.

Imagen de “Marvel Knights Sketchbook (Wave 1)”, 1998.

Tercero, y en la misma venia sarcástica, el proyecto probablemente se vio como congratulatorio para Quesada, una indulgencia y guiño de la editorial (y empleados que estuvieron bajo su cargo, ni más ni menos) hacia quien fuera uno de sus ejecutivos más longevos.

Un día de campo para los trolls.

Y como cuarto punto (y muy importante) es que el comic que conmemora  el Vigésimo Aniversario de Marvel Knights dejó muchísimo que desear. Surgido de la mente de Donny Cates, al día de hoy el escritor número uno de la industria, fue presentado en los créditos en interiores como un colaborador más, siendo asistido por un grupo amplio de co-escritores y artistas (Matthew Rosenberg, Tini Howard, Vita Ayala, Travel Foreman, Niko Henrichon, Damián Couceiro, Joshua Cassara y Kim Jacinto) quienes se hicieron cargo de la narrativa: una híper complicada historia a pesar de involucrar un setting sobrio y discreto y a un reparto diminuto con Daredevil, Elektra, Punisher, Karen Page, Black Panther y Hulk (personajes insignia dentro de la era Marvel Knights). Un laberíntico ‘What If/Whodunnit’ del cual la masa de lectores pasó de largo.

Admitámoslo, hace 20 años que DC hacía estos “eventos de quinta semana” para rellenar huecos en su calendario de publicación, y Marvel Knights 20 es un heredero clarísimo de esta práctica que solo llenaba de papel los stands y sin un dejo de importancia o caché.

Si Cates, el Número Uno, no tiene el mando total para este comic, ¿a quién le importa? Numerosos ejemplos tenemos en los últimos años que nos dicen que cuando un escritor Top lleva consigo a un “segundo al mando” es porque solo se encargó de las ideas principales, dejándole la ejecución a su co-guionista. Y eso se nota en el producto final y en su índice de ventas.

Probablemente el aficionado cínico también dará cuenta que todos estos personajes son una muestra más de la saturación que Marvel ha impuesto sobre el mercado, ahora que todos ellos son Propiedad Intelectual con presencia tanto en el cine (Marvel Studios) como en la pantalla chica (Netflix) contemporánea. El uso continuo de esos personajes ha puesto en alerta al fandom de una “fatiga” (whatever that means).

Pero la ironía siempre está al lado de la editorial: se siguen comprando los títulos, no importa que tan feroz sea la crítica o que tan malo resulte el comic.

Lo que la gente olvida respecto a este no tan afortunado título de aniversario, es que todos sus protagonistas en su momento formaron parte de los comics que salvaron a Marvel de la ruina, que no se nos olvide.

Títulos como Punisher (bajo la pluma de Garth Ennis), Daredevil (con el cineasta Kevin Smith y posteriormente con David Mack y Brian Bendis), Inhumans (Paul Jenkins y Jae Lee), Black Widow (por Devin Grayson y Greg Rucka), Elektra (con Rucka y luego Bendis), Sentry (Jenkins y Lee), Hulk (con Bruce Jones) y Black Panther (de Christopher Priest) fueron best sellers alabados por la crítica especializada y los títulos que le dieron un brillo sin igual a estos personajes. Aún y cuando “Daredevil” fue la joya de la corona dentro de Marvel Knights, y “Punisher” tuvo a título personal su serie y autor definitivo con Garth Ennis, mi comic predilecto de aquella época es y será “Sentry”, un concepto no solamente controversial sino maleable, y del cual se pudieron desprender historias de distinto corte sin perder su raíz como superhero comic.

Gracias a agudísimos y atrevidos guiones, y a la par de ilustraciones de gran fuerza y consistencia, todas estas series le dieron un vuelco a un mainstream que seguía sin recuperarse de la implosión de la burbuja especulativa noventera y el arte rimbombante pero sin sustancia de un Image Comics venido a menos.

Pero, con la mínima publicidad posible, Marvel Knigths 20 ha pasado sin pena ni gloria. Desafortunadamente, la trama que se desarrolla en sus páginas parece haber salido de historias de antaño tales como SENTRY y FANTASTIC FOUR: 1234, ambas publicadas por este sello entre 2000 y 2001, además de insinuar aproximaciones con The Matrix Reloaded. Obviamente, no podemos esperar que la audiencia de 2018-2019 tenga que recordar a estos relatos. Es casi una obligación del mainstream comiquero de hacer minería de este acervo literario y reconfigurarlo para el público actual.

Es decir, vivimos en el refrito constante.

Si somos lo suficientemente ingenuos deberíamos pensar que existe una audiencia neófita a gran escala y que no está dispuesta a tirar de hemeroteca para saber qué era “Marvel Knights” y su inherente prosapia. Pero sabemos que la gran masa de lectores ya puede leer todo en línea y que los fans de hace 20 años son los que siguen sosteniendo al comic de superhéroes.

Además, ¿acaso le interesa a Disney recuperar a un logo y a un nombre viejo, si la propia palabra “Marvel” ya se encuentra bien plantada en la memoria colectiva? Sería canibalizarse, confundirse.

El hecho de republicar en formato de prestigio estos viejos clásicos es un esfuerzo importante para conmemorar (mas no reposicionar) a la marca en la conciencia del público actual. Sin embargo, es ese ambiente rancio, cansino y cuasi-conspiratorio en la audiencia actual que da al traste con una celebración más que merecida, y que ahora se convierte en una oportunidad perdida.

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