Eyes without a Face

Una pieza fílmica de culto como pocas, Eyes without a Face trasciende la etiqueta del horror para ser abstracta, curiosa, estilísticamente perfecta y sumamente emocional.

EWAFposterEyes without a Face | Francia, 1960
Dirigida por Georges Franju
Libreto cinematográfico por Georges Franju, Jean Redon, Pierre Boileau, Thomas Narcejac y Claude Sautet; basada en la novela homónima por Jean Redon
Reparto: Pierre Brasseur, Edith Scob, Alida Valli, Juliette Mayniel, François Guérin, Alexandre Rignault y Beatrice Altariba
Cinematografía por Eugen Schüfftan
Musicalización por Maurice Jarre
Edición por Gilbert Natot
Producida por Jules Borkon, Champs-Elysées Productions y Lux Film
Distribuida por Lux Film

Incomprendida y despreciada tras su estreno pero posteriormente revalorada como uno de los clásicos definitivos en el horror film, Eyes without a Face (Les Yeux Sans Visage) narra la inusual historia del cirujano Génessier (Pierre Brasseur), quien intenta reconstruir a toda costa el rostro desfigurado de su hija Christiane (Édith Scob), llegando al extremo del secuestro y asesinato junto a su acompañante Louise (Alida Valli), diluyéndose la línea entre el amor paternal y la obsesión.

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El principal atributo de este film – dirigido por el entonces documentalista, cinéfilo y fundador de la legendaria Cinématheque Française, Georges Franju (1912-1987), bajo un atinado script del tándem Boileau-Narcejac (Les Diaboliques, Vertigo) – es que se desprende de todo lo que la liga al horror, o más bien el horror es redefinido por ella, en una narrativa que mantiene uniformemente una tónica sombría que a veces se pasea por lo mundano y la nostalgia, alrededor de escenarios que lejos de copiar al Expresionismo y al Film Noir los lleva al siguiente nivel, en donde el manejo de cámara de Eugen Schüfftan (cinematógrafo de Lang, Ophüls, Gance, Pabst, Carné, Clair y Siodmak) transforma cada encuadre en una detallada postal lapidaria, estéril y que de pronto se inunda de profunda melancolía, reforzada por un inteligente y sentido score de Maurice Jarre, que no se decanta ni por el humor negro ni por la infinita tristeza de un microuniverso dominado por el ego que provoca la pérdida del péndulo moral y que somete, corrompe y abruma la existencia de dos mujeres cuyas vidas las ha arruinado por completo.

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Esta es una cinta de instantes que quedan suspendidos de forma notable sobre la unidad de tiempo, con imágenes precisas que se vuelven indelebles, que gravitan sobre emociones palpables y que engullen al reparto.

Eyes without a Face se priva del shock repentino y se nutre de un naturalismo consumado por parte de Franju, quien entiende que los elementos inverosímiles de su film sirven únicamente como aderezo para alimentar a una realidad rodeada de drama interno, para potenciar la metáfora visual y para crear el repudio hacia sus villanos, en un approach similar al usado por Henri-Georges Clouzot en Les Diaboliques. Es en instantes selectos donde dicho estilo entre atinados matices luminosos nos entrega instantes que nos seducen y nos sacan de balance, y que le aportan gran impacto y presencia a sus personajes.

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Franju domina la sutileza, aprovechando el escaso diálogo para capturar hábilmente el lenguaje corporal que nos transmite claramente tanto la obsesión enfermiza, la devoción y lealtad elegida con desatino y la complicidad condenatoria.

Y aún sobre esta claridad se despierta sobre la audiencia una extrañeza cautivadora. ¿Qué es lo evita a Christiane escapar de esta burbuja de dominación masculina? ¿Qué la detiene de buscar a su amado? ¿Qué le provoca esa complacencia ante el dolor ajeno de quienes pierden su vida para obtener un cuasi-imposible milagro quirúrgico? Esas actitudes que se esconden bajo la máscara despiertan interrogantes que no son esclarecidas pero que nos sugieren pathos severos que trastornan la ética y la pureza de esta frágil mujer, quien se mueve sobre el plató no con ojos curiosos sino con emociones reprimidas, de profundo deseo, el anhelo de hallar fuerza de voluntad sin conseguirlo del todo.

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Nostalgia is the beauty that never comes back.

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Here, time just stops itself…

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A peaceful calm that hides longing, desperation, desire…

Édith Scob construye un performance que nos llena de fascinación, cuyos expresivos ojos nos transmiten en forma efectiva las tribulaciones de un personaje labrado en la tragedia personal y que cruelmente se nos da la oportunidad de apreciar la belleza que le fue robada en un brevísimo instante, y cuyo decaimiento es mostrado en maneras notables e insoportables, siendo un rol que trasciende y que la inmortaliza, una efigie que es capaz de transportarse 59 años en el futuro (en la espléndida Holy Motors de Leos Carax en 2012) para recordarnos a esa figura errante de inmenso vacío, cuyo trajinar cual animal en cautiverio y lleno de desesperación encuentra un atisbo de expiación y ansiada libertad, abriéndose paso hacia la tranquilidad de la naturaleza, o bien hacia la incertidumbre que representa la inmensidad del gran misterio de la muerte, haciéndonos ponderar como audiencia la disyuntiva sobrecogedora que representa el saber si en realidad la protagonista logró redimirse o si continúa como un alma sin rumbo.

Eyes without a Face es una cinta de gran visión que se abre paso hacia un umbral en donde el cine de género encontraría un grado de sofisticación fuera de serie, y cuya apreciación sólo se consigue a partir de considerarla bajo términos más abstractos.

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So let’s go, to the great mystery, then…

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