Hace mucho tiempo le había estado dando vueltas a cómo escribir sobre este tema. Afortunadamente, siempre hay alguien mejor que tú para plasmar lo que sientes de la manera más simple, neutral, elegante y elocuente. Chapeau, Sr. Fourcade.

Que todos los días sean el Día Internacional de la Mujer. Que todos los días podamos contemplar el legado histórico de la Patria. Que todos los días mujeres y hombres puedan—desde la cuna y hasta el fin de sus vidas—verse de igual a igual. Que todos los días podamos ver a un país pujante, pensante y tolerante y no a una sociedad convulsa. Que todos los días vivamos y tomemos nuestras propias decisiones en un Estado de derecho.

Enjoy, or don´t.

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Feminicidios, una pesadilla que nos separa
Voces Callejeras
Santiago Fourcade
Publicado originalmente en periódico Milenio, 25 de febrero de 2020.

Me queda claro que la polarización que generan los debates sobre la ley del aborto y los feminicidios ha llegado a límites inmanejables. Estas a favor, prepárate para inmolarte. Piensas en contra, las redes sociales te acaban, ¿cuántos de ustedes prefieren hacerse a un lado y omitir su opinión?

Pregunta que pudiera ser muy simple, pero demostrativa de una realidad donde no se admite la diversidad de pensamiento. ¿Estoy siendo claro? Caminamos este siglo XXI con la paridad de género como mandamiento refrescante, pero la revitalización de la defensa de la mujer ha catapultado el debate a contrastes insospechados.

Nos peleamos por todo y pensar diferente no es opción. Una certeza que me incomoda en demasía, porque la evolución del momento histórico es inversamente proporcional a nuestra capacidad para aceptar que difícilmente estemos todos de acuerdo.

¿Tiene algo de malo que pensemos diferente? No debiera, pero los extremismos parecen haber tomado por asalto este debate y creo que lo están matando. Y perdón por ser tan literal, pero la virulencia de la respuesta social empuja a la mayoría a guardarse y omitir respuestas eficaces.

Ejemplos sobran y tú sabes a lo que me refiero: están quienes destruyen monumentos para enfatizar su descontento y quienes se oponen rotundamente a dicho accionar. Una bipolaridad que choca entre sí por la búsqueda de absolutos que en el fondo, muy en el fondo, defienden los mismos principios inalienables.

Y este es mi cuestionamiento; el de los fundamentalismos que están entorpeciendo nuestra evolución. ¿Cuán autocríticos somos realmente? Creo que muy poco porque cada parte se considera dueña absoluta de la verdad; un absurdo que nos tiene enfrentados mientras seguimos acumulando asesinatos y los verdaderos responsables se regodean observando el circo romano que potenciamos con nuestra ceguera social.

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