X-Men: Days of Future Past

Un osado intento de revisionismo fílmico, y cuyos yerros logran eclipsarse gracias a su efectivo drama.

XMDOFPposterX-Men: Days of Future Past | Estados Unidos, 2014
Dirigida por Bryan Singer
Libreto cinematográfico por Simon Kinberg, basado en una historia por Kinberg, Matthew Vaughn y Jane Goldman
Reparto: Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender, Peter Dinklage, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Evan Peters, Patrick Stewart, Ian McKellen, Halle Berry, Ellen Page, Shawn Ashmore, Josh Helman, Omar Sy, Daniel Cudmore, Fan Bingbing, Adam Canto, Booboo Stewart, James Marsden, Famke Janssen, Lucas Till, Kelsey Grammer y Mark Camacho
Cinematografía por Newton Thomas Sigel
Musicalización y Edición por John Ottman
Producida por 20th Century Fox, Marvel Entertainment, Bad Hat Harry Productions y The Donners’ Company
Distribuida por 20th Century Fox

Año 2023: El mundo entero está en ruinas y bajo el yugo aterrador de los robots llamados Centinelas, tétricas máquinas implacables y exterminadores de mutantes. Los Hombres X que sobreviven hacen un último intento por corregir el rumbo de su destino, enviando al aguerrido Wolverine (Hugh Jackman) al pasado para detener este holocausto antes de que suceda. Sin embargo, los Hombres X de 1973 son todo menos una familia, y Wolverine deberá lograr su unión entre la discordia, en el período de mayor turbulencia social en la historia del ser humano.

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Más allá de la ingeniosa y versátil propuesta visual que Bryan Singer y su director de fotografía Newton Thomas ofrecen en X-Men: Days of Future Past, tenemos que hablar de Simon Kinberg y su complicada relación con esta franquicia fílmica.

Es Kinberg quien tiene la responsabilidad de continuar la carga de esta pesada loza que dejaron como co-guionistas tanto Jane Goldman como Matthew Vaughn en la inteligentísima e impredecible X-Men: First Class. Y lo primero que Simon Kinberg quiere hacer con esta franquicia es reimaginarla:

“I worked on X-Men 3, which I have some pride about and some guilt about. If I could do any movie in my life over again, that’s the one I would do.

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First Class es sin duda un facilitador para esta complicada y nada difícil labor. Es una piedra angular, un cimiento que favorece la construcción de situaciones nuevas y la posibilidad de cambiar las ya existentes, a pesar de que con Days of Future Past ya son SIETE adaptaciones al celuloide para este grupo de mutantes.

Esto nos habla de un bagaje. De un contexto. De situaciones que como audiencia damos por hecho y que son elementos comunes. Y lo que Simon Kinberg hace es sacudir este paradigma por completo:

“I really wanted to be careful to honour the things that were most sacred about X1 through 3 – Charles Xavier’s relationship with Logan for example – and so some of those things we held true to. And then there were other things that, to be honest, I personally wanted to have a chance to erase or try again.

I was very aware that we were resetting the reality of X-Men. Just like Logan says at the end of the movie, we all don’t really know now what happened between 1973 and that moment.”

No existe un punto de comparación entre esta nueva etapa de X-Men y las más recientes realizaciones de Star Trek de J.J. Abrams, en donde el “viejo pasado” y el “nuevo presente” conviven y se alimentan uno al otro de inspiración y revitalizada nostalgia (y que esta misma cinta reconoce su impacto al regalar un breve guiño a uno de sus episodios de TV más emblemáticos). No, X-Men se alinea ahora a un terreno fértil con el fin de corregir graves errores y producir mejores relatos.

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En el argot de los comics lo llamamos “retcon punch”, “cosmic reset”, “reboot”. Para Singer y Kinberg es una elegante “continuidad selectiva”, una “superconsistencia” que nos asegura el preservar a un cast que se ha robado el corazón de una audiencia y trabajar con una nueva generación de actores y actrices que asumen esta responsabilidad de llevar a buen puerto screenplays más arriesgados, contra-intuitivos, de narrativas más complejas y enfocadas primeramente en el drama interno y hacer realidad esas metáforas/alegorías de raza, igualdad, ajetreo social, el peso de la historia humana y la discriminación, que las primeras cintas hicieron solamente un responsable pero admirable lip-service.

Sin embargo, esta apuesta por la emoción sobre la lógica nos hace pagar un precio altísimo. En mi obsesión por intentar conciliar los eventos que nos ofrece Days of Future Past llego a este screenshot, sin la capacidad de ver la forma en la cual encajar ciertos eventos contradictorios:

A lovely mess.

Y esto nos recuerda lo que habíamos olvidado hace tiempo: que somos fans de los X-Men. Los más vocales. Los más voraces. Los más obsesivos. Con su continuidad interna, con sus historias, con sus innumerables personajes y con sus misterios sin resolver, que son muchísimos, interminables, pero más que nada frustrantes.

Days of Future Past convierte a este universo de personajes del cine como un facsímil de los X-Men noventeros y sus confusos relatos. Se sustituye la claridad narrativa por el compromiso honesto con las raíces de este aprecio y amor incondicional de los fans hacia sus mutantes y actores favoritos.

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Paréntesis: la publicidad viral de X-Men: Days of Future Past,
¿la mejor de todos los tiempos?
You bet.

Y creo que para nosotros esto es suficiente. Es un riesgo que estamos dispuestos a compartir con los productores, el director y guionistas. Con la seguridad de haber borrado de un plumazo lo peor que esta franquicia del cine pudo ofrecer tras X-Men: The Last Stand (2006), X-Men Origins: Wolverine (2009) y The Wolverine (2013), asumimos las consecuencias como una factura que pagamos gustosos.

No importa que la pseudo-ciencia del viaje en el tiempo de Logan a 1973 se sostenga con alfileres (donde el rol de Kitty Pryde/Ellen Page en esto sea más que irrisorio), puesto que cuando entramos a la sala a ver un comic on film la “suspensión de la incredulidad” es un requisito obligado.

Tampoco importa que se haya sacrificado a gran parte del elenco de anteriores entregas puesto que quedó demostrado que esta franquicia se mantiene con éxito bajo la presencia de actores específicos, en un número controlable y que como audiencia somos capaces de darles ciertas libertades para que nos transmitan todo el drama y sacrificio al que nos tienen acostumbrados.

Ahora que tenemos solamente a X-Men, X2, First Class y Days of Future Past como el nuevo “canon” cinematográfico, podemos enfocarnos claramente en sus protagonistas y los performances de su elenco en pantalla. La candidez entre ellos no se ha perdido, y se enfatiza en todo momento la pesadumbre y resentimientos que los han dividido. Siendo un enemigo común para todos ellos, Peter Dinklage ofrece un excepcional papel como Bolivar Trask, entregando sus líneas con gran intensidad gracias a un atinado script que realza sobremanera el tema de la supervivencia de las especies más aptas como imperativa máxima, valiéndose para ello de frases extraídas directamente de la ya clásica saga de “E is for Extinction” escrita por Grant Morrison en los comics de NEWXMEN.

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Mystique ha sido siempre un personaje nebuloso en los comics, sin una agenda fija y cuyo interés malsano por destruir a los Hombres X sigue siendo confuso e inexplicable. Los films no caen en esos yerros y entregan para Jennifer Lawrence un character arc conciso y enfocado claramente en el sacrificio moral que lleva a una redención más que imposible en este conflicto genético entre humanos y mutantes. Lawrence sigue en un gran momento y cada papel que ha desempeñado desde su debut no deja de asombrarnos.

En esta ocasión, Michael Fassbender no llega a las alturas que alcanzó en First Class, sin embargo su gran presencia como Magneto le otorga a la trama un giro interesante en su último tramo.

James McAvoy sustituye la actitud proactiva en la anterior cinta y nos convence de que Charles Xavier ha perdido el rumbo y que el miedo se ha apoderado de él. Su encuentro con Professor X (Patrick Stewart) es uno de los momentos más importantes y de los mejores en esta ya longeva franquicia.

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Es evidente el entusiasmo de Hugh Jackman al momento de actuar como Wolverine, o al compartir sus impresiones ante los medios de comunicación sobre este personaje fuera del plató. Este mismo ímpetu se refleja en esta cinta y sus conversaciones entre él y Xavier son claves para mantenernos atentos a lo que acontece dentro de la trama. Wolverine reemplaza la ferocidad con humor, incredulidad, esperanza y afecto genuino por sus compañeros de armas, siendo Days of Future Past un salto de calidad y un esfuerzo de mejores resultados a comparación de Origins y The Wolverine.

La adición de personajes como Blink (Fan Bingbing), Warpath (Booboo Stewart), Colossus (Daniel Cudmore), Bishop (Omar Sy), Iceman (Shawn Ashmore) y Sunspot (Adam Canto) no deja de ser eye candy para los fanboys, convirtiéndose solamente en carne de cañón, todos sujetos a los designios del plot. Visualmente le ofrecen al espectador momentos muy emocionantes, aunque sin embargo no se les da el énfasis necesario a su desafortunado y CRUENTO (muy, muy cruento) destino final en esta trama.

En este sentido no se comprende el auto impuesto freno de mano, ya que en esta nueva etapa de los X-Men se logra un grado de madurez y franqueza para sus desplantes ultra violentos (y que a comparación de la muerte de Sebastian Shaw en First Class esta masacre palidece en dramatismo e importancia).

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Esta misma suerte corre el personaje de Beast (Nicholas Hoult), cuya prominencia pasa a segundo término de la misma forma en que es debilitado su incipiente romance con Mystique – y que sin duda era una fuente importante, pero a final de cuentas desaprovechada, para el desarrollo y caracterización dentro de la narrativa. A diferencia de su excelente aportación en la anterior película, su exclusión de entre los protagonistas principales es un desperdicio, y lo mismo sucede con Lucas Till (como Havok), Ian McKellen (Magneto) y Halle Berry (Storm).

Esto nos vuelve a reforzar la idea de que un amplio reparto no es el approach correcto. La lección que nos deja tanto Days of Future Past como The Last Stand es “keep it simple”. Como fans de estos comics sabemos que la sobresaturación de personajes ha sido una cruz con la que ha cargado esta franquicia durante los últimos 25 años, y que incluso en los años mozos del comic, el afamado autor Chris Claremont tenía que dividir a su cast para hacerlos participar en historias individuales, y así brindarles la mayor proyección y atención posible.

A diferencia de esta débil presentación de personajes secundarios, las escenas de Peter Maximoff (Evan Peters) no solamente demarcan un punto de quiebre en la historia sino que demuestran lo contra-intuitiva que es esta reinvención de los Hombres X. Un personaje que es mostrado en forma breve (pero efectiva) con un notable desgarbo y sagacidad, y cuya personalidad anárquica, despreocupada y maliciosa – y que oculta un dejo de nobleza en bruto – se encuentra basada evidentemente en Tommy “Speed” Shepherd, miembro de los fan-favorite Young Avengers, y que nada tiene que ver con el parco, prepotente, solemne, indiferente e irritable Pietro Maximoff/Quicksilver que nos ofrecen los comics originales.

Peters no solamente entra en el pedestal de los X-Men definitivos en el celuloide, sino que su performance lleno de confianza le ofrece a Bryan Singer la posibilidad de ampliar su repertorio como cineasta de género y formular set pieces y secuencias de acción que superan por mucho a esfuerzos anteriores en su filmografía (Valkyrie, Jack the Giant Slayer), y que deja claro que ha vuelto por sus fueros en el escalafón de los prodigios contemporáneos de Hollywood, recuperando una buena estrella que parecía haber perdido.

Los cameos dentro de los últimos minutos tanto de Rogue (Anna Paquin), Beast (Kelsey Grammer), Cyclops (James Marsden) y Jean Grey (Famke Janssen), constituyen tanto una puerta abierta para nuevas oportunidades en esta saga, como también una emotiva y merecida despedida a esta generación de actores que en mayor o menor medida cimentaron lo que vemos ahora como una consolidación definitiva para estos personajes de ficción en el séptimo arte. Aún y cuando Alan Cumming/Nightcrawler fue el gran ausente en esta reunión, no deja de ser un digno homenaje para este gran elenco.

La escena post-créditos, aunque breve, deja las bases para una aventura de mayor envergadura. Con este track-record de éxitos recientes para la Fox con los Hombres X, la amenaza de Apocalypse parece que superará muy seguramente lo ya conseguido.

Así, X-Men: Days of Future Past es, por donde se le vea, un magnífico drama que emociona a su público y cuyo gran poder aligera sus notables huecos narrativos, además de que rescata e inmortaliza en definitiva a un ensamble de actores excepcional, y que sin duda impone ciertas reglas para su tratamiento en posteriores realizaciones. En palabras de Simon Kinberg:

“It’s great. It’s really good and strong. I think fans will love it. I think people who have never seen any of the X-Men films before are going to be really into it.

I think it’s satisfying and giving people what they want, while at the same time being challenging and giving them something different, new, and unexpected.

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