All the President’s Men

A pesar de su dispar guión, edición y su “connect-the-dots” approach, All the President’s Men cuenta con poderosos y carismáticos performances que hacen muy interesante y atrayente sus ejercicios detectivescos.

ATPMposterAll the President’s Men | Estados Unidos, 1976
Dirigida por Alan J. Pakula
Libreto cinematográfico por William Goldman, basado en el libro homónimo por Carl Bernstein y Bob Woodward
Reparto: Robert Redford, Dustin Hoffman, Hal Holbrook y Jason Robards
Cinematografía por Gordon Willis
Musicalización por David Shire
Edición por Robert L. Wolfe
Producida por Walter Coblenz y Wildwood Enterprises
Distribuida por Warner Bros.

Es difícil categorizar a una cinta como All the President’s Men. No se suscribe ni al documentalismo – a pesar de sus extensas entrevistas, encuentros y cuestionamientos y gran naturalismo para presentar atisbos a la vida de quienes se dedican al periodismo – ni al thriller de suspense e intriga conspiratoria aún y cuando ofrece atmósferas afines a él, pero que es carente de su sentido de urgencia y riesgo inminente para sus personajes.

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Esta indefinición se acentúa también debido a la naturaleza de su estructura narrativa, en la cual cada escena se presenta como una sucesión de sketches que ofrecen breves y a veces crípticos datos sobre el afamado escándalo Watergate y sus eventuales repercusiones, expuestas a la opinión pública gracias a las pesquisas hechas por los reporteros del rotativo The Washington Post Bob Woodward (interpretado por Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman).

Siendo estos sus mayores yerros, este film del veterano Alan Pakula se sostiene a flote gracias a sus protagónicos, quienes con una gran soltura nos absorben en su preocupación y deseo por descubrir la verdad, a pesar de que la información es raquítica y cuya sustancia se obtiene más por instinto y tenacidad que por los fundamentos que pudiesen tener.

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Apoyados por un estupendo rol de apoyo de Jason Robards, Hoffman y Redford conforman una magnífica mancuerna de gran empatía con la audiencia, y que excede con creces la poca profundidad que el guión le da a sus roles y sus innecesarias excentricidades (Hoffman como un aparente mujeriego, Redford como un inexperto reportero lleno de ingenuidad y torpeza para desempeñar su labor).

En este sentido, la cinta se libra de estas ataduras y da un vuelco al ofrecer lo que a título personal es su escena más memorable, que la catapulta a grandes alturas y la adhiere al panteón de los clásicos en su género:

Deep Throat: Follow the money.
Bob Woodward: What do you mean? Where?
Deep Throat: Oh, I can’t tell you that.

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Bob Woodward: But you could tell me that.
Deep Throat: No, I have to do this my way. You tell me what you know, and I’ll confirm. I’ll keep you in the right direction if I can, but that’s all. Just… follow the money.

Tras esto, su asienta un rumbo claro que tanto le hacía falta al film en su primera mitad, haciéndola más compacta y precisa para descubrir a los principales autores intelectuales de esta conspiración, centrada en la difamación y desvío de recursos económicos para cumplir oscuras agendas, consolidando a All the President’s Men como una de las realizaciones definitivas sobre el incisivo periodismo de demanda social y la naciente desilusión de la contracultura americana ante su política interna.

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