The Sacrifice

Andrei Tarkovsky nos lleva de la mano a conocer y a ofrecer un significado a sus temas insignia en esta, su última película.

The Sacrifice | Suecia, 1986
Escrita y dirigida por Andrei Tarkovsky
Reparto: Erland Josephson, Susan Fleetwood, Valérie Mairesse, Allan Edwall, Gudrun Gisladottir, Sven Wollter, Filippa Franzen y Tommy Kjellqvist
Cinematografía por Sven Nykvist
Edición por Michal Leszczylowski y Andrei Tarkovsky
Producida por Anna-Lena Wibom
Distribuida por Sandrew

The Sacrifice (cuyo título original en idioma sueco es Offret) es el último film en la carrera del realizador ruso Andrei Tarkovsky. El director entrega esta cinta al mundo en mayo de 1986, falleciendo poco después en el mes de diciembre.

Esta cinta, ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes es difícil de describir, ya que emplea diversos ángulos de análisis. En particular quedé gratamente impresionado, y es junto a Solaris (1972) y Stalker (1979) como las ofrendas más importantes de este realizador al séptimo arte.

Estas tres obras podrían catalogarse como films de Ciencia Ficción, aún y cuando es claro que su director utiliza las convenciones del género como aderezo para tratar temas más oscuros, filosóficos y teológicos.

Tras la noticia de un conflicto mundial que amenaza con aniquilar a la civilización, un hombre culto, no creyente y padre de familia le implora por primera vez al Creador por la salvación de sus seres queridos, con resultados estremecedores.

A título personal, es difícil adivinar la intención de Tarkovsky al hacer este film. Muriendo de cáncer, es interesante suponer las razones que lo llevan a crear una pieza fílmica de esta naturaleza. Me inclino a pensar que, siendo éste su último esfuerzo, su propósito es dejarle al mundo una intrigante retrospectiva de su trabajo a lo largo de 2 décadas de carrera.

The Sacrifice es un collage muy original que destila los temas y obsesiones del realizador: su fijación por la imagen y su desplazamiento a lo largo del tiempo, la presencia de las artes plásticas dentro del celuloide (esta obra es la que exhibe el mayor número de referencias a la pintura, la música, el teatro y la poesía), el conflicto entre la religión y la ciencia, además de lo mundano y su encuentro con lo fantástico, lo esotérico y lo sobrenatural.

Guiños a todas sus películas se encuentran aquí, desde el uso de un setting apocalíptico (Stalker), cargado de simbolismos artísticos (Andrei Rublev), lo apacible de lo cotidiano en el ambiente familiar (Nostalghia), experiencias sensoriales inquietantes (Solaris), umbrales a mundos contrastantes con la realidad (The Mirror), así como una reflexión sobre la juventud y el futuro que le depara (Ivan´s Childhood).

También, esta cinta muestra la veneración que Tarkovsky presenta sobre el trabajo de Ingmar Bergman. Además de estar filmada en Suecia, Tarkovsky emplea los talentos del cinematógrafo y frecuente colaborador del gran maestro sueco, Sven Nykvist. Nykvist captura las atmósferas apacibles de una casa enclavada en una costa, donde la luz natural transforma cada instante para reforzar la tensión psicológica de un mundo a la deriva que empieza a consumir a sus habitantes.

De igual forma, Nykvist emplea un estilo distante, contemplativo, que nos lleva a analizar a estos extraños personajes cuyas vidas superficiales se ven golpeadas de tajo por la calamidad.

Tarkovsky rompe la cuarta pared (emulando a una secuencia extraña en Stalker) para anunciar este suceso fulminante, dando un giro a la trama sumamente atractivo, donde su intención es establecer un curso de colisión entre la Ilustración y la Barbarie, entre el Conocimiento en batalla campal con lo Sacro y Desconocido, con el fin de medir el grado en el que la Cultura lleva al hombre a juzgar a la historia y condenarla, para finalmente verse en la disyuntiva de asirse a una esperanza ante la presencia de lo que sólo puede describirse como un Acto de Dios en respuesta a dicho veredicto impuesto por la sociedad iluminada.

En este aspecto, Tarkovsky nos remite a films específicos dentro de la filmografía de Bergman, tales como The Seventh Seal (Det sjunde inseglet, 1957) y The Virgin Spring (Jungfrukällan, 1960), pero bajo un velo atmosférico y cromático que emula a Cries and Whispers (Viskningar och rop, 1972).

The Sacrifice se consolida como una metáfora del hombre atrapado entre el conocimiento y la religión, incapaz de decidir cuál curso tomar, sin saber que ambas pueden ir de la mano. Tarkovsky nos regala una última secuencia donde pondera que quizás esta generación de la post-guerra no sea la que tenga la respuesta, sino sus herederos:

“In the beginning was the Word. Why is that, Papa?”

Con una línea de diálogo lapidaria el director se despide, encarando a la devoción contra el método científico.

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