The Dark Knight

La pieza fundamental que coloca al comic on film en un escaparate distinto. Un dilema moral profundo, complejo, épico, trágico y con extrema catarsis.

The Dark Knight | Estados Unidos, 2008
Dirigida por Christopher Nolan
Libreto cinematográfico por Jonathan Nolan y Christopher Nolan, basado en una historia por Christopher Nolan y David S. Goyer
Reparto: Christian Bale, Michael Caine, Heath Ledger, Gary Oldman, Aaron Eckhart, Maggie Gyllenhaal, Morgan Freeman y Eric Roberts
Cinematografía por Wally Pfister
Musicalización por Hans Zimmer y James Newton Howard
Edición por Lee Smith
Producida por Legendary Pictures, Syncopy Films y DC Comics
Distribuida por Warner Bros. Pictures

The Dark Knight, secuela de la brillante Batman Begins, se consolida como el logro más importante en la carrera de Christopher Nolan, una realización cinematográfica que transforma radicalmente la forma en la que se debe presentar el formato del comic on film.

De nueva cuenta, Nolan asume una actitud inquisitiva sobre el rumbo de su filmografía. Sus cintas abren cuestionamientos, puntos de inflexión, desde la sobresaliente aventura noir de Following, que desmenuza las reglas de la confianza, la curiosidad y sus consecuencias, pasando por la naturaleza fractal de Memento, donde cada secuencia abre paso a niveles de interpretación y desconcierto sensorial infinitos, así como también lo que para muchos es su único desliz al intentar reconstruir una obra maestra como la irrepetible experiencia atmosférica Insomnia, cuya materia prima esboza talento en un juego moralista que se viene a menos pero que nos regala un salto de calidad para su cinematógrafo por excelencia, Wally Pfister. Nolan desata una habilidad inusitada para tejer una narrativa de múltiples capas de misterio, sorpresas, acertijos y revelaciones con The Prestige, un magnífico puente entre Batman Begins y The Dark Knight que explora la anatomía de la venganza y el precio que se paga por conseguirla, siendo una influencia notoria la obra de un consumado realizador como el coreano Park Chan-wook, a menos que lo quieras comparar con la consistencia visual y narrativa de uno de los maestros contemporáneos:

“The Dark Knight is kind of the closest thing we’ll ever get to a Michael Mann superhero film, really. It’s Heat for nerds.”
— Sean Witzke.

Wow. Esta sutileza para construir situaciones dramáticas complejas lo lleva a un nivel inusitado de confianza para dar un giro novedoso a las fórmulas gastadas. En Inception, denota su gran maestría para plasmar este enfoque, donde no solamente coloca al heist film en un pedestal inalcanzable, sino que su habilidad para engendrar escenas de acción lo consolidan ya como una fuerza creativa imparable.

The Dark Knight deja atrás todo esbozo inocente por complacer a un sector específico para convertirse en todo un FILM: aquel que aprovecha los artificios técnicos como una herramienta útil para maximizar los performances de su cast, aquel que es épico, trágico, catártico, quotable a más no poder, estremecedor, cuyo análisis social que fuese sutil en su primera entrega toma la palestra en esta ocasión, convirtiéndose en un dilema ético de consecuencias fatales donde una fuerza benigna y eficaz de reforma social es comprometida al encontrarse con su mortífera contraparte, manifestada en una renuencia de carácter ultraviolento y subversivo contra la conformidad.

The Dark Knight realiza la aparente promesa que se asoma en los minutos finales de Batman Begins al ser el escenario donde se explora por completo la reacción natural del mundo ante la presencia de un superhéroe/vigilante.

Las palabras de un Bruce Wayne son devastadoras ante la realización de una agenda cuyo objetivo basado en la imagen valerosa que infunde terror e inflige castigo severo se ha salido completamente de contexto y de control: “I was meant to inspire good. Not madness, not death.”

Este estado de emergencia en el que Gotham City es envuelto palidece ante el colosal conflicto que se gesta a lo largo del film entre Batman y The Joker, cuya interdependencia se atisba sutilmente y se imprime en el subconsciente del público, consolidando las advertencias que Jim Gordon profetiza en la conclusión de Begins: tomar la justicia por tus propias manos sólo incrementa la escalada de violencia, miedo y destrucción, poniendo en riesgo nuestro buen juicio, nuestra consciencia y el sentido de lo correcto. El guión imbuye un análisis profundo en el triunvirato formado por Batman, Gordon y Harvey Dent, quienes asumen compromisos y riesgos que a la larga les cobrarán factura, alejándolos completamente de la añorada paz social y colocándolos a la deriva, poniendo en peligro mortal a todos.

“Because he’s the hero Gotham deserves, but not the one it needs right now.”

Christian Bale brinda la caracterización definitiva para el Hombre Murciélago en cualquier ámbito multimedia, incluyendo los comics: de actitud cerebral y contundente entendimiento de la naturaleza de su personaje – “Batman has no limits” – capaz de orquestar atinados desplantes de acción como sentidos momentos de fragilidad, dolor y resignación.

“You either die a hero or live enough to see yourself become the villain.”

La verdadera revelación dentro del film es la confianza con la que Aaron Eckhart lleva a un Harvey Dent a instantes genuinos de brillantez y atrevimiento, y que va diluyendo paulatinamente a un estado de completa degradación y desesperación – “The only morality in a cruel world is chance.” Tal y como su personaje lo dice, el azar lo somete a momentos determinantes que lo llevan al colapso y a la pérdida de la confianza que depositó ciegamente en sus aliados.

“Introduce a little anarchy. Upset the established order, and everything becomes chaos. I’m an agent of chaos. Oh, and you know the thing about chaos? It’s fair.”

Pero sobre todas las cosas, tenemos a Heath Ledger, quien engendra a una personalidad bizantina y siniestra que se comporta de forma congruente en un mundo habitado por un hombre vestido de murciélago: sin regla y recato alguno. Gotham City sufre una completa metamorfosis alrededor de su personaje, siendo puesta de cabeza por sus cerebrales y maquiavélicos juegos que someten a sus participantes a estados alterados, lejos de toda civilidad.

“The Dark Knight is pretty good but it’s Ledger’s performance, which is kind of like Alex DeLarge being thrown into the middle of Heat, that’s truly astounding.”
— Sean Witzke.

The Joker es la respuesta correcta a un mundo sometido por el miedo de una efigie de leyenda, el contrapeso de rebeldía necesario y enemigo de la causa justa que Batman emprende sobre su ciudad natal. Un objeto inamovible ante una fuerza imparable, una compleja ecuación cuya única, irremediable y absoluta respuesta es la rendición absoluta de uno a otro a una vorágine de encuentros y desencuentros llenos de tragedia, muerte, amistades hechas añicos y voluntades quebrantadas. Algo más que una actuación.

Estos logros histriónicos se aderezan por increíbles secuencias que nunca están fuera de tono – Bale desarmando con facilidad un rifle, los desplantes maníacos de Ledger con un repertorio visual y lenguaje corporal fuera de serie – y que son captadas por la lente de un Wally Pfister que aprovecha la tecnología IMAX para escudriñar en todo su esplendor la interminable, extensa y enigmáticamente maleable imagen de Gotham, una metrópoli que conjuga vistas espectaculares, lujosas y en descomposición a la vez, amplificada por un score musical de Hans Zimmer y James Newton Howard que es tanto suave como estridente y evocativa en los instantes adecuados.

El reparto de apoyo conformado por Michael Caine y Morgan Freeman ven transformada la actitud original mostrada en Batman Begins como resultado de la caótica barbarie que somete a Gotham. El guión los posiciona inteligentemente en una actitud de crítica severa sobre los excesos en los que Bruce Wayne cae con tal de imponer su ley. Maggie Gyllenhaal ofrece a su vez mayor temple y franqueza al personaje de Rachel Dawes. Gary Oldman vuelve a triunfar como Jim Gordon, esta vez recibiendo mayor énfasis sobre la narrativa, vulnerado al cargar al final del film con el desgaste profesional, familiar y moral, llevando a cuestas una mentira de gran peso, pero irremediablemente necesaria para mantener el orden tras una terrible tempestad. De la misma forma que Tom Wilkinson y Cillian Murphy en Begins, Nolan utiliza a actores sólidos y subvalorados como William Fichtner y Eric Roberts en momentos importantes al servicio del plot.

Sin duda alguna ni el fanático más optimista hubiese pensado que esta cinta sacudiría de tajo no solamente al cine comercial, sino en la forma en la que se concibe el entretenimiento alternativo, siendo un proyecto cuya recaudación rebasó la barrera del billón de dólares y cuyo impacto a nivel cultural aún no termina de definirse por completo, pero cuyos sobresalientes elementos actorales, narrativos y técnicos vaticinan sin lugar a dudas una inevitable resistencia al paso del tiempo.

 

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