Primero que nada, tengo que hablarte de Matt Séneca.

El trayecto de Matt Séneca (foto, izq.) en el noveno arte es uno para recordar: trabajando para una tienda de comics hizo lo que muchos de nosotros hubiésemos deseado y de haber tenido el tiempo suficiente: leer TODOS los comics habidos y por haber. El acceso sin precedentes tanto fuera como dentro del catálogo Previews le dio a Séneca la capacidad de detectar la mayor cantidad y calidad de obras disponibles en la industria, de digerirlos, analizarlos y contrastarlos, formando para sí mismo un léxico no solamente elegante, sino milimétrico, divertido, atrevido y sin compromisos y que he tenido la fortuna de leer. Su dominio del medio del comic no tiene comparación, y es para mí una de las voces más elocuentes para decir qué es bueno y qué no, sin imposiciones ni prejuicios. Su afecto por todos los géneros le da la autoridad para diseccionar sus defectos y virtudes sin caer en el snobismo tan nocivo que muchos críticos actuales poseen y que solamente los aliena de una audiencia mayor. Entre 2009 y 2013, Séneca fue el “it” critic y una figura que la industria necesitaba desde hace mucho.

Y tras esto, desapareció, borrando todo rastro de su estancia. Sus razones son tanto honestas como reveladoras, y el énfasis puesto en el siguiente párrafo es mío:

“Empecé a escribir sobre comics en Internet en el 2009 porque encontré que el discurso de la época era realmente estimulante. Sentí que debía ser parte de la conversación que Tucker Stone, Joe McCulloch, Chris Mautner y los chicos del blog de Comics Comics estaban teniendo. Sentí que debía contribuir en ello. Desde entonces los vientos han cambiado de dirección, y ahora el gran tema de conversación ya no son realmente los comics, sino el tipo de gente que los lee/crea/escribe sobre ellos. Supongo que esa conversación es importante para alguna gente, pero a mí me importaba muy poco. Fue entonces que decidí salirme completamente del juego. — 18/11/2013”

La gente que lee, crea y escribe sobre comics. Se trataba de una competencia. Quién era el mejor de ellos, quién era la voz “autorizada” para decirnos a nosotros si somos buenos lectores o no (¡!). Como si leer un comic que nos gusta debiera de avergonzarnos, algo que quedó evidenciado por la veterana Heidi McDonald en una columna de su sitio Comics Beat, (énfasis nuevamente mío):

“Este proceso democrático pienso que deja a muchos aspirantes a árbitros del buen gusto en el banquillo. Y una pizca de diálogo es bienvenida para olfatear al siguiente (Sam) Alden y (Simon) Hanselmann antes de que alguien se dé cuenta.”

La industria, basada en el egocentrismo, permeaba ahora a la comunidad de críticos. El discurso de McDonald se puede leer con una pizca de sal (¿quizás envidia?), o buscando desesperadamente ser el punto focal en la conversación. El advenimiento de las redes sociales, la inmediatez de los comentarios en dosis selectas competía claramente con los artículos de opinión. Blogs como Comics Beat criticaba al estilo desinhibido, freelance y descentralizado de The Hooded Utilitarian. The Comics Grid desprecia a cualquier texto que no trate a los comics desde el punto de vista académico. La frustración era evidente: en los comics teníamos a un Kirby, a un Moore, a un Ellis—que desdeñó al mainstream durante más de un lustro, solo para volver a él y luego enclaustrarse en su trabajo—a Gaiman, Morrison, Miller, Johns y Snyder. A Daniel Clowes, y a Chris Ware. Líderes de opinión a toda ley.

Los críticos no tenían nada, solo a la sombra de Gary Groth que sigue siendo al día de hoy MUY GRANDE tras casi cuatro décadas dirigiendo a The Comics Journal en el medio impreso y digital. Se notaba que era (y sigue siendo) un problema para muchos. La propia McDonald llegó a decir en Twitter que “supongo que lo que necesitamos es a un gran papá/mamá que nos diga a donde ir”.

La necesidad imperiosa por dominar el discurso comiquero era evidente. Queremos democracia para luego elegir a quien nos represente, el eterno dilema.

En un medio tan abierto como los comics, mientras más voces, mejor. No importa que tan erradas, populares o influyentes sean. Si es por medio de WordPress, Facebook, Twitter, YouTube o Instagram. Si es un medio especializado, prensa amiga o sensacionalista. Si son influencers o solamente fans entusiastas reunidos en un garaje, en una casa, en una tienda, en la calle o en la oficina. La plática del medio tiene que ser tan vasta como la libertad que nos da el plasmar dibujos y palabras en el papel o en la pantalla.

El hecho de salirse de este ambiente tóxico le da a la opinión de Séneca mayor peso, y más aún cuando desde 2012 emprendió un nuevo rumbo como ilustrador. Habiendo conocido el camino era momento de recorrerlo, y sus mini comics y novelas gráficas son evidencia de que cuenta con la inspiración y las herramientas necesarias para HABLAR SOBRE COMICS, ahora desde el otro lado de la barda.

“Estaré en los comics toda la vida, pero la crítica se ha convertido en una distracción—tengo seis novelas gráficas que terminar antes de llegar a mis 30, y para ese entonces espero completamente ser parte de la conversación de los “grandes dibujantes”. Estaré trabajando, como siempre, pero ahora puedes acompañarme. Si te gustó mi crítica, espero que sigas mis ilustraciones. Si no, pues bien, me alegro de haber dicho lo que tenía que decir.”

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