El velocista escarlata

Mi superhéroe favorito. Dejo por aquí una semblanza de su andar a lo largo de las décadas.

— figuras folclóricas de discusión pública; my own personal canon

Flash es mi personaje de comics favorito. Fue en una tienda de revistas en mi ciudad natal donde adquirí mi primer tomo, Flash #143, publicado por la editorial DC Comics en 1998:

Conozco la historia de este personaje de ficción al dedillo, y que de manera interesante su presencia forma parte de la propia evolución del comic mainstream en Estados Unidos. Originalmente surgido en la década de los 40’s y creado por Gardner Fox y Harry Lampert, Jay Garrick es el primer Flash, y cuya obsolescencia (al igual que la de los demás superhéroes tras la Segunda Guerra Mundial) dio por concluida a la “Época de Oro” de los comics.

El creciente interés por la literatura basada en la ciencia ficción a finales de los 50s, trajo consigo un proceso de revitalización en los comics. En 1956 y bajo la pluma de Robert Kanigher nacio el personaje de Barry Allen, disfrazado con un vistoso traje en colores rojo y amarillo (un diseño del legendario artista visual Carmine Infantino), siendo a partir de ese momento el héroe representativo de la llamada “Era de Plata”.

La muerte de Barry en la histórica macro saga de “Crisis on Infinite Earths” (de 1985-1986) formó parte de una notable transición temática, narrativa y artística entre la Era de Plata y la de “Bronce”. Fue Wally West—el otrora protegido de Allen y previamente conocido como “Kid Flash”—el elegido para ser su sucesor inmediato, estelarizando su propia serie desde 1987 y hasta el año 2009.

Fue durante dicha época que el gigante multimedia de la Warner Bros. (y dueño de DC Comics) dio luz verde a los productores Danny Bilson y Paul DeMeo para llevar al velocista escarlata a la pantalla chica. Con el talento de guionistas dentro del medio de los comics como John Francis Moore y Howard Chaykin, “The Flash” debutó en el año de 1990 en la cadena televisiva CBS. La serie presentó una mezcla muy inteligente de aspectos clave dentro de la leyenda del personaje, brindando un finísimo producto de entretenimiento en 22 episodios. El actor John Wesley-Shipp encarnó a la perfección a este superhéroe, balanceando matices tanto de Barry Allen como Wally West con gran aplomo. El tema musical compuesto por Danny Elfman, la música incidental de Shirley Walker, así como performances destacados de Amanda Pays, Alex Désert y Mark Hamill, convirtieron a este programa en una experiencia satisfactoria e irrepetible.

Gracias al trabajo del escritor William Messner-Loebs (1988-1992) y posteriormente por Mark Waid (1992-2000), Wally West logró vencer a los vicios, miedos y complejos que le impedían quitarse la pesada sombra del legado de Barry, convirtiéndose así en uno de los personajes más populares de DC y en miembro permanente de la “Liga de la Justicia”, el equipo de superhéroes más emblemático y conocido del mundo. Este período de aprendizaje para Wally fue largo, cruento y lleno de experiencias que fueron tanto dolorosas como indispensables, propias de la revolución narrativa en el comic de los ochentas y noventas. El énfasis en el deconstruccionismo y la caracterización profunda de los protagonistas y su reparto de apoyo, le dieron un salto de calidad a las historias publicadas en esa época.

Waid introdujo a una extensa familia de velocistas, en donde se incluyó en especial a Bart Allen, quien es nieto de Barry y protagonista de la serie de aventura juvenil “Impulse”; un título publicado entre 1995 y 2002, siendo ilustrado en sus primeros dos años por el artista mexicano Humberto Ramos. Haciendo una verdadera labor de arqueología y revisionismo, Waid trajo a la palestra a personajes clásicos como el propio Jay Garrick, además de Max Mercury, Johnny & Jesse Quick, quienes junto a Bart se convirtieron en invitados permanentes en las aventuras de Flash.

Las dosis de romance dentro de este comic fueron provistas por Linda Park (de apariciones constantes durante la era Messner-Loebs), siendo ella el amor verdadero de Wally West, formando junto a él un hogar y al lado de sus hijos Jai y Irey, quienes también comparten los poderes de la supervelocidad. Por su parte, Bart se convirtió en la piedra angular para perpetuar el legado de Flash en el futuro lejano. El tándem formado por Wally y Linda no solamente fue duradero sino un pilar fundamental durante la vida de esta publicación.

A su vez, Waid ofreció a sus lectores lo que a título personal es el concepto definitivo en la mitología que rodea a la serie: la“Speed Force”, una fuerza pandimensional que alimenta de ímpetu y energía a los velocistas, dándole un sentido holístico a toda la historia publicada hasta el momento. Así mismo, el autor trajo de vuelta a esta saga a la esposa de Barry, Iris West, conservando de esta manera a toda una estructura narrativa que ha perdurado desde décadas atrás. Un ensamble de personajes con lazos inquebrantables.

Tras la partida de Waid, un entonces desconocido Geoff Johns llevó del 2001 al 2005 las riendas del comic, y cuya labor en retrospectiva es considerada por muchos como la mejor para esta franquicia, catapultando su carrera al estrellato dentro del arte secuencial del siglo XXI. Johns dotó de una fuerte caracterización a la inusual, longeva y original “Galería de Bribones”, integrada por villanos memorables tales como Trickster, Mirror Master, Captain Boomerang, Heat Wave, Weather Wizard, Captain Cold, Pied Piper, The Top, Gorilla Grodd, Golden Glider y muchos, muchos otros; dándoles a todos ellos una voz distintiva y personalidad atrayente como nunca antes se había visto.

Sin embargo, toda esta bonanza llegó a su fin de la manera más imprevista. Tras desatinados errores de juicio por parte de guionistas tales como el propio Johns, Danny Bilson, Paul DeMeo y Mark Guggenheim, dejaron a su paso un ciclo 2006-2007 notablemente desolador: Wally West muerto y resucitado; Bart Allen asesinado; la Galería de Bribones actuando fuera de personaje y la Speed Force en peligro de extinción. Al día de hoy no se entienden los por qués de errores tan notables.

Es el autor escocés Grant Morrison quien trajo de vuelta a Barry Allen en las páginas de la controvertida miniserie de Final Crisis (2008), reintegrándolo al catálogo de personajes en el universo de ficción de DC Comics. Por su parte, Geoff Johns enmienda sus errores al traer de vuelta a Bart Allen en la aventura nostálgica de “Legion of Three Worlds”, además de reconstruir y reverdecer laureles para los villanos de Flash en la miniserie “Rogues Revenge”. Un golpe de timón acertado y necesario.

Tras esto, Johns ofreció posteriormente un relato que tuvo tanto excelentes críticas como opiniones encontradas. En “The Flash: Rebirth” (serie limitada de 6 capítulos) el autor exploró las repercusiones del regreso de Barry, cuyo eterno optimismo ya no encaja en este incierto mundo moderno de DC Comics.

Para sorpresa de los lectores, el pasado que conocíamos del personaje durante la “Era de Plata” ha cambiado por completo, por lo que este ajuste retroactivo en la vida de Barry se convirtió en el misterio más importante de aquella narrativa. El responsable de este embrollo fue nada menos que el antagonista principal de la franquicia; un personaje que siempre pone de cabeza al mundo de Barry: el velocista psicópata “Reverse Flash”, cuyas acciones a lo largo de los años han provocado tiempos oscuros llenos de muerte, desunión y tragedia a la vez. Su presencia representó un contraste muy notorio a comparación del sentido de asombro, diversión, espíritu libre y casi inofensivo de la Galería de Bribones. Un villano de época que constantemente es reinventado por parte de la editorial para mantenerlo vigente.

Johns nos vende la idea de que tanto Barry como Wally pueden convivir en el llamado “Universo DC” sin sentirse redundantes como concepto. Esto fue algo que en un principio se escuchaba difícil, y que puso sobre la mesa de discusión una interesante disyuntiva sobre quién es el mejor velocista, con opiniones divididas en todo momento. Siendo parte de la generación de lectores de Wally West, me inclino más por sus aventuras, mientras que las nuevas audiencias hicieron suyas las vicisitudes y triunfos de Barry Allen.

Sin embargo, los eventos revisionistas publicados en el polémico comic de Flashpoint (2011) dejaron a Wally, Bart, Jay Garrick y compañía completamente olvidados; con su rica y extensa historia en el anecdotario. Si echamos un vistazo crítico hacia el pasado reciente, se intuye claramente que la publicadora DC Comics dejó un acervo literario entre los años 2004 al 2011 lleno de dramatismo, controversia, intriga conspiratoria, ultra violencia y a sus personajes emblemáticos contra la pared; una auténtica montaña rusa sumamente contraintuitiva a los gustos del aficionado promedio.

El grado de calidad del producto final fue cuestionado en todo momento por los fans, las redes sociales y los medios especializados. En palabras del propio Presidente de DC Comics, Dan Didio (2010-2020), un personaje fan-favorite como Wally West había alcanzado la obsolescencia, por lo que el divorcio entre los consumidores y el grupo editorial de DC era claro:

“For me, Wally West was a core concept issue. My problem with Wally was that his origin was always dependent on [his uncle and previous Flash] Barry Allen. He was never his own character. He was always going to be subservient to Barry in some way because his origin was determined by Barry. There was always a Flash in front of him and his powers were because of him. I always felt, as a true Flash, if we were trying to get to the simplest form with regards to media and things like that, we had to go back to Barry because the story starts with him.”

Editorialmente, tanto a Jay Garrick, Wally West y a su familia se les dió una “licencia de ausencia” sumamente forzada, dejando a Barry e Iris West en la palestra. Resaltó sobremanera el debut de un nuevo Wally/Kid Flash, siendo ahora un jovencito de raza negra. Por su parte, Bart Allen se encontró lejos de ser un personaje con identidad propia y de importancia como parte del legado heroico para esta franquicia, desapareciendo y reapareciendo una y otra vez. Johnny Quick murió tiempo atrás, mientras que Max Mercury y Jesse Quick se quedaron a la espera de ser “rescatados del juguetero” por algún escritor entusiasta.

“Why is it so hard? Speed. Honor. Family.”
— Joseph P. Illidge.

Con una tónica de back-to-basics, la actualidad de Flash se vio envuelta en relatos genéricos de superhéroes de corta duración, muy reiterativos—venerando en demasía a los clásicos de antaño—y ausentes de ese sentido de pertenencia familiar, momentos épicos y un legado que se extienda a lo largo y ancho del espacio-tiempo. Una narrativa que quedó a deber y que en comparación palideció ante otras sagas publicadas en los últimos 20 años que fueron tanto brillantes, novedosas, monumentales, emocionantes, polémicas, inolvidables y de grandes consecuencias, tales como The Trial of Barry Allen, Born to Run, The Return of Barry Allen, The Life Story of the Flash, Terminal Velocity, Dead Heat, Race Against Time, Emergency Stop, The Black Flash, Chain Lightning, The Dark Flash, Wonderland, Blood will Run, Iron Heights, Blitz, The Secret of Barry Allen, Rogue War y la propia saga de Rebirth.

We deserved better, no doubt. Quizás sea una crítica injusta, puesto que la agenda editorial de DC Comics de 2011 a 2016 fue una de aligerar y redefinir a sus publicaciones y personajes representativos, en la búsqueda de una audiencia nueva; siendo una hoja de ruta que al día de hoy se polemiza tanto por los fans y los medios especializados. En el caso de un comic como Flash, contó con un esfuerzo artístico de gran calidad por parte de Francis Manapul, quien junto a Brian Buccellato confeccionaron entre 2011 a 2013 un storytelling visualmente atractivo y contracorriente; en donde el uso inteligente de los espacios y layouts poco convencionales le otorgó un poder visualmente inusual a su trabajo, pero que tras su salida de este título perdió el rumbo rápidamente.

Pero es importante decir que no todo fue a peor. Para beneplácito de los hardcore fans, la estafeta de gloria fue tomada por el medio audiovisual de la televisión. Transmitido por la cadena The CW a partir del año 2014, y protagonizada por Grant Gustin, “Flash” encontró no solamente a una segunda vida, sino también se embarcó en un proceso de redescubrimiento de las cosas que hicieron de esta franquicia algo único; y que lejos de ser un paseo nostálgico por los “grandes hits” se actualizó, reinventó y ofreció un ángulo distinto e innovador; con gran arrojo y absolutamente divertido, presentando otra faceta de las aventuras de este entrañable y espectacular ensamble de personajes. La serie de televisión de “Flash” estuvo repleta de historias llenas de frescura y accesibilidad para las audiencias casuales, quienes se encontraron por vez primera con esta legendaria saga.

“From Barry Allen’s opening lines, there was something different about this project. “To understand what I’m about to tell you, you need to do something first… you need to believe in the impossible. Can you do that?” Needless to say, we were hooked. After a long run of dark and brooding superheroes, the Flash was light! Barry Allen was optimistic. Saw the good in people. Had faith in this family and friends. Always did what was right. And believed in the impossible. That was the kind of hero we wanted to write.”
— Todd Helbing, guionista, productor ejecutivo y showrunner de “Flash” entre 2014 y 2019.

La reinvención hecha a Barry Allen en Flash: Rebirth le otorgó al equipo de guionistas de la TV la oportunidad de reemplazar a sus orígenes simples (y propios de una época romántica) por un punto de vista más moderno y con tintes trágicos, a manera de hacerlo un superhéroe menos idealizado y con conflictos internos de gran dramatismo. Esta fue una fórmula narrativa muy atrevida, y al ser adaptada para la televisión fue el punto de partida para contar historias diferentes y con un potencial  enorme.

Entre 2016 y 2020, la controversial iniciativa editorial de nombre “DC Universe: Rebirth” nos trajo una nueva saga de Flash, y bajo la responsabilidad del autor Joshua Williamson, quien durante un centenar de tomos publicados—todo un hito dentro de este título—hizo de la esotérica Speed Force el principal story engine y catalizador de sus historias para la franquicia, pero que a título personal fue una fórmula explotada y repetida al hartazgo; siendo un mal endémico que impactó en su calidad y que permeó de manera notable en la propia adaptación televisiva, siendo los combates entre Reverse Flash y Barry Allen una constante.

A pesar de verse reiterativo a razón de los fans, tanto Williamson como el grupo de editores dentro de DC comenzaron una labor paulatina de rescate, con el fin de atraer a la “vieja guardia” que había perdido en años anteriores tras la publicación de Flashpoint. Poco a poco personajes como Wally, Linda, Jai, Irey, Bart, Jay, Max y Jesse regresaron en mayor o menor medida a las páginas del comic, en una apuesta editorial que asumió una actitud de reconciliación e inclusión con toda su audiencia meta.

La aparente agenda editorial en contra de un personaje como Wally West—y que fue notable tras la publicación de sagas como “Doomsday Clock”, “Heroes in Crisis” y “Flashforward” entre 2018 y 2020—tuvieron un afortunado cambio de curso para beneplácito de los fans. El trauma se había superado.

En 2017, Flash dio el salto a la pantalla grande con el film de Justice League, siendo interpretado por el controversial actor Ezra Miller, todo un fan-favorite y ave de las tempestades, y cuyo entusiasmo por el personaje fue en verdad contagioso—llevándolo incluso a buscar al guionista Grant Morrison para crear un libreto cinematográfico y continuar con las aventuras del velocista escarlata. En lo que fue todo un hito televisivo, vimos reunidos a Miller, Wesley-Shipp y Grant Gustin en la miniserie “Crisis on Infinite Earths”, transmitida por The CW entre 2019 y 2020.

En el año 2020, el título alcanzó la cifra de 750 ediciones publicadas, siendo un milestone que al día de hoy pretende (y quizás de una vez por todas) consolidar a una familia de personajes entrañable y con un amplio poder de convocatoria dentro de la cultura pop.

La leyenda continúa…

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