The Grandmaster

El cine de artes marciales alcanza un ápex con The Grandmaster, una finísima realización que encuentra el punto perfecto entre el cine de autor y el espectáculo fascinante de este género sin sacrificar ninguno de los atributos característicos de ambas vertientes.

GRANDMASTERposterThe Grandmaster | Hong Kong, 2013
Dirigida por Wong Kar-wai
Libreto cinematográfico por Wong Kar-wai, Zou Jingzhi y Xu Haofeng
Reparto: Tony Leung, Zhang Ziyi, Zhang Jin y Chang Chen
Cinematografía por Philippe Le Sourd
Musicalización por Shigeru Umebayashi, Stefano Lentini y Nathaniel Méchaly
Edición por William Chang
Producida por Block 2 Pictures, Jet Tone Films, Sil-Metropole Organisation y Bona International Film Group
Distribuida por Sil-Metropole Organisation y Bona Film Group

Las Artes Marciales y el Séptimo Arte. Cabe mencionar primeramente que me encanta este género, desde clásicos de acción como Enter the Dragon y la inconclusa The Game of Death, a piezas que son visual, emocional y profundamente mejor elaboradas tales como Hero, The House of Flying Daggers, The Curse of the Golden Flower, pasando por épicas más afines al period drama como Red Cliff e híbridos como Versus, más orientadas al exploitation/horror film.

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The Grandmaster (Y? Dài Z?ng Sh? en su idioma original) se une a este pedestal de grandes realizaciones, siendo toda una curiosidad al ser dirigida por un auteur como Wong Kar-wai, a quien se le relaciona favorablemente con trabajos más personales e introspecciones hacia la condición humana.

La cinta narra la travesía el epónimo gran maestro Yip (Ip) Man (interpretado por Tony Leung), cuyo trajinar durante la China de los 30’s hasta la época de la post-guerra lo hacen testigo tanto de cruentos eventos que forjaron el destino de su nación, la tragedia personal, la posibilidad del amor en la persona de Gong Er (Zhang Ziyi), así como la perspectiva de un futuro en donde exista una comunión entre el arte del Kung-Fu y sus raíces fundamentales como contrapunto al análisis de la vida, obra y el honor del hombre.

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Un punto de comparación que surge inmediatamente al ver esta película es la célebre Crouching Tiger, Hidden Dragon, la cual también es una cinta de autor aunque disfrazada de Wuxia Film. Sin embargo, The Grandmaster apuesta por una claridad narrativa que la hace trascender y que a título personal es aquella que le da el verdadero salto de calidad, una confluencia perfecta entre una sensibilidad de artista con lo vertiginoso y emocionante del género del cine de Kung-Fu. Tiger tiene fracturas, donde ideas fluyen pero sin un hilo conductor coherente, pero con el beneficio de ser aquella que inició un trend del cual todas las realizaciones similares y posteriores han aprendido de sus inherentes yerros.

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El cine de Wong Kar-wai se preocupa por la metáfora visual, y cómo esta transmite significados emocionales sobre la audiencia. Suyo es el empleo de los colores para generar atmósferas intrigantes, tomas hacia el entorno natural que envuelve a los protagonistas, interminables close-ups para hacer énfasis en los character studies y una mesura para evitar que los fastuosos y coloridos sets opaquen la labor actoral.

Pero este film es también una cinta de artes marciales, y el realizador no traiciona a dicha audiencia – en este sentido si observamos los avances/trailer cinematográfico vemos que la película se le vende al público como tal, como un Kung-Fu Film – y les ofrece un regalo a través de contadas pero muy bien manufacturadas secuencias de acción (creadas por el genio de Yuen Wo-Ping) que realzan la belleza poética de los desplantes de la técnica marcial y sus connotaciones con la naturaleza, influenciada por la escuela de pensamiento de un Bruce Lee (y discípulo de Yip Man), al cual el film honra y exclama una de sus inmortales frases en los instantes finales.

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A diferencia de Donnie Yen, quien encarna a Yip Man en dos cintas meramente de acción, Tony Leung lleva a su personaje a ser el ancla para ubicarnos en una época tanto de transición como reclamo por las tradiciones en territorio chino, víctima de la guerra, la injusticia, la desigualdad social y las alianzas políticas incómodas.

Suyo es el character arc que habla acerca de evocar el pasado tanto con vehemencia, amargura, arrepentimiento y como formación para encarar el futuro, a medida que su personaje se desplaza de la región de Foshan hacia Hong Kong para preservar sus enseñanzas del Kung-Fu como una disciplina para el desarrollo integral del individuo y no como mero deporte-espectáculo.

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El contraste que ofrece Zhang Ziyi como la mortífera Gong Er es interesante, como el de una mujer belicosa y de armas tomar, dispuesta a llegar a extremos para recapturar el honor perdido y enaltecer el legado familiar sin olvidar su dignidad, pero que se pierde a sí misma al encerrarse en ese recuerdo nocivo sin poder avanzar y adaptarse a los tiempos modernos.

Ambos polos colisionan y sirven de base para que el director analice sus temas insignia tales como la memoria, la viciosa nostalgia, el deseo no correspondido y cómo la tradición forja el carácter y las relaciones interpersonales e intergeneracionales. En este sentido esta cinta posee un vínculo muy especial con su famosa trilogía de Days of Being Wild, In the Mood for Love y 2046, compartiendo elementos estilísticos y temáticos.

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La cinta es un gran lienzo y se nos muestran diversas vertientes del arte marcial a través de fascinantes y enigmáticos personajes que por restricciones de tiempo no se les otorga mayor proyección, resaltando sobremanera la side-story que Chang Chen interpreta como “Razor”, un gran maestro exiliado. En este aspecto, Wong Kar-wai moldea a su cinta como un travelogue en donde Yip Man es nuestro guía y narrador omnisciente, quien nos ofrece un acertado punto de vista para no perder referencia alguna con este vasto universo de personajes y eventos históricos.

The Grandmaster es una estupenda realización que pone un estándar muy alto para este género, y que no puedo dejar de recomendarles.

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“My father would always say, people who practice martial arts
go through three stages:
seeing yourself, seeing the world, seeing all living beings.”

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